Sucedió.
La
noche de Halloween, fue, entre tanto el mejor de mis sueños y al mismo tiempo
la peor de mis pesadillas, pero todo había sido real. Aún podía sentir ese
fuego incandescente en mi cuerpo añorando con deseo los labios de Engel
Jackocbsob, su sabor merodeaba en mi alma, acallando los gritos de súplica
sobre la insistencia de su cercanía, el aroma de su cabello, de su piel, no
podían ser olvidados pues eran tan embriagantes como un perfume inaccesible,
único en su especie; y, a pesar de la repentina frialdad que se depositaba en
mi corazón, estaba feliz.
A la mañana siguiente, no hubo desencanto alguno de
que todo había sido una ilusión; sin embargo, tenía pánico a un nuevo rechazo,
no estábamos atados a ningún compromiso y él podía decidir que todo había sido
un juego y que, en tiempos presentes cosas como noviazgos formales ya no
existían entre las juventudes que mas que nada preferían una “aventura” de
distracción en sus miserables rutinas diarias, que tonta de mi por aún vivir en
un mundo conservador esperando en la torre mas alta del castillo a que mi
príncipe azul llegara a declararme su amor eterno, —o en un pensamiento mas
maduro— ser verdaderamente amada.
Mi mente viajaba atolondrada de un lado a otro, de
recuerdo en recuerdo, entre lo positivo y lo negativo, entre el disminuido
espacio que nos separaba a Engel y a mí. Ya no había barreras, habían sido
derrumbadas como el muro de Berlín, y éramos, por fin, libres y cercanos.
Paso tras paso, escalón tras escalón en el camino
hacia mi nuevo purgatorio o mi desconocido paraíso, recorrí con temor y una
leve osadía por el lugar que me llevaría a deshacer cualquier incógnita, a
conocer cualquier clase de verdad o darme cuenta de cuan mentiras engañosas se
habían deambulado la noche anterior. Mientras subía las escaleras que dirigían
al aula de Historia, pensaba en lo que iba a pasar después de esa clase, que
desconocido se mostraba aquel futuro cercano; mi corazón latía muy rápido a
causa del nerviosismo y dio un vuelco cuando entré en el salón de clases y lo
vi, sentado en el lugar que siempre ocupada delante de mí, tan guapo, tan
perfecto como cada día y podría parecer aburrido pensar siempre de la misma
forma, además, era un ser detestable superficialmente lo que marcaba sus miles
de defectos escondidos tras su pulcra máscara, pero, así era él y no había
remedio. Afortunadamente, no tuve tiempo de entablar conversación con mi
extraño verdugo, pues el señor Lafter entró rápidamente detrás de mí, al fin
encontraba el lado positivo de que el señor Lafter fuera puntual y amargado. Me
apuré a llegar a mi lugar; yo no quería prestarle atención, no quería mostrar
alguna señal de recordar los acontecimientos preliminares, pero cuanto mas te
empeñas en no hacer algo, lo haces, como un acto natural, un instinto de ir en
contra de lo que se dicta, y, así, pugnando mi revolución, mi mirada se desvió
un poco, necesitaba verle con urgencia; nuestros ojos se encontraron por un
instante muy corto, los suyos ya no era de un rojo ardiente, de nuevo eran
grises y hermosos, un líquido plateado sin fondo. Esbozó una sonrisa torcida
antes de desviar la mirada hacia el lado contrario lanzando un bostezo a la
ventana mientras la observaba distraído.
Decepcionada, tal vez esperando algo más y a la vez
no, me tumbé sobre mi asiento, abatida, anticipando ya el rechazo que se
acercaba cada vez mas. Dicen que soñar no cuesta nada, pero ¿Llamarías nada
a un corazón roto?
Saqué mi libreta de apuntes para garabatear
cualquier puñado de trazos amorfos sobre la hoja, alguna clase de distracción
oblicua que intentara ocupar un trozo de aquella mente regalada a un solo
pensamiento.
Lafter pasó lista y después empezó a regresar
personalmente los últimos ensayos que había pedido, de los cuales no había
entregado ninguno por culpa de Engel, sin mas; clavé con fuerza la punta del
lápiz sobre la hoja, mis notas estaban disminuyendo y solo él era la única
razón, no me dejaba dormir bien, me secuestraba en horas de clases y toda mi
atención la acaparaba de forma egoísta; era demasiado frustrante, porque se
trataba de una de esas situaciones en la cual el culpable no tiene la menor
idea de que lo es —o lo sabe pero no le importa porque su cerebro parece
esponja y todo lo hace bien— y por tanto, no tienes derecho alguno a
reclamarle.
—Excelentes ensayos, señorita Crawforth—dijo Lafter
cuando llegó hasta aquel rincón del concurrido salón de clases.
Por un momento pensé que se mofaba de mi
irresponsabilidad, pero no se trataba de eso; me entregó un par de juegos de
hojas y le miré perpleja preguntándome si me hablaba a mí, era una cuestión
tonta ya que no había otra Crawforth Annette por ahí.
—Gra…cias—me limité a decir y noté como mi voz
denotaba la confusión.
Observaba, incrédula, el inconfundible nombre
escrito sobre la parte posterior de la hoja, con letra redondeada y pequeñita y
un pobre estilo caligráfico, era mía, sin duda. No me negaba al pequeño
milagro, pero era un raro misterio, pude haberlos hecho sin darme cuenta… y
ahora deliraba. Genial.
Algo tocó mi rodilla derecha con dos ligeros
golpecitos, me sobresalté y miré por debajo de la mesilla, era la mano de Engel
que se asomaba discretamente por el lado que tocaba la pared, volvió a picar mi
rodilla con su dedo, ahora de manera urgida, y, extendiendo su mano dejó ver un
pequeño trocito de papel; extrañada, lo tomé y antes de abrirlo me percaté que
Lafter no se encontraba al acecho. Al diablo los ensayos.
Lo abrí silenciosamente extendiéndolo sobre mi
cuaderno abierto; su fina letra afilada ocupaba una parte pequeñita del papel y
no había ningún mensaje que se notara importante, de hecho, todo era nada.
“Hola.”
Esa simple palabra me provocó algo parecido a la
histeria.
Le di la vuelta con desesperación, esperando que
dijera algo mas, no podía ser solo hola y ya, pero tenía que aceptarlo: solo
cuatro letras había allí. Tomé mi lápiz y escribí alguna respuesta.
“Hola
(? Qué pasa ahora?”
Eché otro vistazo alrededor y vi a Lafter al frente
iniciando la clase, hablaría un rato mas sin prestar verdadera atención, el
campo de batalla era seguro. Enrollé el trozo de papel y con la punta de mi
dedo toqué el hombro de Engel, él pasó su mano por un costado y dejé el papel
ahí; la mano se desvaneció ágilmente y cuando acordé ya escribía una respuesta.
Me devolvió la notita nuevamente.
“Nada. La clase de historia es
aburrida”
Volví a escribir.
“Mmm
un poco bueno en realidad mucho.”
““¿*Sarcasmo*?” ni siquiera por escrito
te va tan bien como a mí. Volví a ganar.”
¿Cuándo la conversación ilegal de notitas tomó aquel
giro tan drástico? Dejó de ser divertida y mostré los síntomas de un claro
ataque de Xenolumbrifobia. Mi corazón empezó a retumbar y el lápiz tembló sobre
mis dedos.
“De
que?”
La letra ya arruinada, se estropeó. Pensé bien antes
de reenviar el mensaje, mi curiosidad quedaba entre un hilo delgado a causa de
mi temor, pero era difícil decidir cual era mas grande y mas dominante,
probablemente el temor, pero, cuando este estaba a punto de hacer gala de su
especialidad (la cobardía) el papel se deslizó bruscamente entre mis dedos; me
sobresalté inmediatamente al mismo tiempo que maldecía y levantaba la mirada,
sin embargo, no sabía si tenía que estar preocupada o agradecida de que aquel
momento se prolongara un poco mas.
Sosteniendo con furor el mensaje, el señor Lafter
leía línea tras línea todo lo que habíamos escrito, su mandíbula temblaba de
rabia y cuando terminó de leer dobló el papel y lo guardó en el bolsillo de su
chaqueta. Nos miró como si le hubiéramos ofendido de la peor manera, y, al
mismo tiempo se mostraba extrañamente decepcionado de ambos.
— ¿Así que mi clase les parece muy aburrida?
—preguntó con malicia al mismo tiempo que se acomodaba las gafas sobre la punta
de la nariz.
Negué con la cabeza, estaba un poco divertida respecto
a la situación y por aquello decidí que abrir la boca no sería la mejor idea si
no quería soltar una carcajada.
—Si—demandó Engel con vehemencia.
Remití mi risa ante el asombro de tal desfachatez;
no todos los días alguien se revela contra “la autoridad”, no era la única que
lo pensaba, los demás estaban expectantes, inmersos en cada movimiento pasando
sus ojos de Lafter a nosotros y de nosotros a Lafter.
Una vena en la sien del profesor empezó a palpitar
peligrosamente y su rostro se tiño ligeramente de rojo, sus muecas y gestos
rábicos no presagiaban nada bueno, pensé que pronto se pondría morado;
necesitaba urgentemente cinta adhesiva para taparle la boca a Engel para que no
dijera otra tontería que nos costara la vida a ambos, nunca se sabía hasta donde
podía llegar un profesor obsesivo y psicópata que ha leído mucho sobre guerras
y asesinatos, torturas y civilizaciones sanguinarias.
— ¡Fuera de mi clase! —Bramó Lafter furioso.
Fue mejor de lo que pensé.
Tomé mis cosas y las metí al azar dentro de la
mochila; hablando con sinceridad, ser echada de la clase de historia era mas
bien un premio beneficioso que un tremendo castigo. ¡Bah! ¿A quién le importaba
historia? A mi no.
Me puse de pie y seguí a Engel que caminaba
despreocupado. Bajamos las escaleras en silencio, pensaba muchas cosas que
decir, pero las palabras no salían porque no iban a ser capaces de transmitir
nada, también otra buena alternativa era echarme a reír, soltar locamente a la
nada frenéticas carcajadas propias de una mente psicópata, estaba nerviosa,
obviamente, y, la risa siempre ocultaba aquella debilidad o la engrandecía,
dependiendo la forma en como mi receptor la captara. Al final no me armé de
valor para hacer nada, más que para prolongar dicho silencio presente.
Fui un par de pasos por detrás suyo, emergida del
todo y de la nada; al pie de las escaleras esperó paciente el termino de mi
tramo, con expresiones adustas observando cada detalle en la decoración
escolar, del ambiente que nos rodeaba, como cazador analizando su terreno,
pero, al mismo tiempo no prestaba verdadera atención a nada en especial; Engel
se mostraba ausente y presente al mismo tiempo, avasallado por sus propios
pensamientos que yo desconocía e invisibles eran incluso en su mirada o sus
indescifrables facciones. Mis pies tocaron el suelo, dirigida hacia él me quedé
y su mano buscó la mía, sus dedos, largos y fríos se entrelazaron con los míos
que estaban aún más fríos que los suyos, ese contacto anhelado produjo un calor
abrasador que recorrió cada centímetro de mi cuerpo y el frío se esfumó por
completo.
Fue hasta entonces, viéndome aferrada a lo que más
quería, cuando la pregunta importante volvió a rondar en mi cabeza. ¿Había
significado algo?
La respuesta no llegó en el momento que fue
solicitada.
No dirigió sonrisa alguna que me dijera a que punto
de confianza habíamos llegado, que me diera una pista de lo que estaba
ocurriendo, que me hiciera entender que pasaba ahora entre nosotros dos.
Tampoco hubo palabras… solo estaba el tacto cálido de su mano envolviendo la
mía, solo era aquel acto sumiso de amor lo que albergaba esperanza alguna en
cualquier sueño que se mantuviera presente, cualquier sueño que se prolongara
irrumpiendo en la realidad, feroz y mordaz.
Caminamos con pasos moderados por los pasillos y la
actitud silenciosa seguía siendo la misma, fría como la mañana de hoy y frías
se volvían mis esperanzas al no mostrar seguimiento sobre mis ideas, al parecer
había olvidado todo hecho anterior, incluso, desconocía si me había olvidado
ya. Mi mirada se quedaba perdida en el vacío, allá en un punto fijo del
horizonte, mis ojos veían, mis oídos escuchaban, pero, solo percibía un entorno
borroso y lejano, sonidos distantes e insignificantes; Engel, el chico en quien
menos debería confiar mi vida y mi alma, era, mi único guía a donde sea que nos
dirigiéramos. No mucho tiempo después noté que mis pies se detenían
espontáneamente, porque él así lo quiso; habíamos llegado y no sabía donde
estaba, desconocía aquel lugar por completo, no obstante, la libertad presentida
y esos aromas de ensueño me eran familiares, pero seguía permaneciendo adversa
sobre que lugar era aquel, y, me abstuve de girar mi cabeza para reconocer, él
podría borrarse de ahí si me descuidaba por un momento; era mí momento, es que
era tan bello como un sueño, tan hermoso como una cruel y masoquista fantasía.
Sus ojos estaban sobre los míos, poseyéndome con la
penetrante mirada, armando su fortaleza, debilitando la mía; no podía romper su
contacto visual, aunque, intimidante se volvía cada vez más terrible; férreo y
despiadado príncipe de mis tinieblas.
Una gota de agua congelada recorrió lentamente mi
mejilla e hizo arder aquel camino que había marcado. Titubeante, levanté
aquella mano que no estaba a merced de Engel para apartar la fría gota, y, al
llegar al punto donde el frío y el calor se unen, mis dedos chocaron no con el
agua imaginada, si no con dedos fríos que en caricias me atendían. Rompiendo mi
precioso instante de contacto visual analicé su rostro de sonrisas
interrumpidas y severidad preocupante, frunció su ceño no en significado del
enojo (que razones no tenía), si no en la especie de gesto preocupado que no
entendía. ¿Por qué algo mortifica a mi ángel?
— ¿Estas molesta conmigo?
Aquella voz tan hermosa, más maravillosa que nunca,
canto de los querubines, anunciación de los pecados rompiendo ofensivamente el
sepulcral silencio que nos envolvía. Abandoné mis caóticos pensamientos
entrando en un trance distinto; había sonado tan dulce y limpia, pudo ser un
murmullo pero fue tan clara y enrollada de ternura que mi corazón se enterneció
y se aferró más a él, ahora más que nunca me negaba a perderlo.
—No—solté casi sin aliento— ¿Debería estarlo?
—No lo se—masculló, otra vez con ternura, jugando
con un mechón de mi cabello—quizás yo…
Alcé mi rostro y vi aquellas facciones corrompidas
por un dolor insufrible tan exquisito y diferente que me alcanzó en cuestión de
segundos como fuego traicionero que se propaga en todas direcciones durante un
incendio descontrolado o el agua que se desemboca de un río durante una fuerte
tormenta; los vellos de mis brazos se erizaron, solté su mano y deshice
cualquier atadura que me mantuviera sobre él, solo eran mis ojos incapaces de
dejar de ver aquel rostro devastador cuando retrocedí.
—Lo que pasó anoche... —empezó a decir de nuevo con
voz baja.
Tuve la impresión de que cualquier cosa que
intentaba salir de sus labios lo ahogaba en desesperación y me sentí
completamente egoísta.
“No te lastimes temiendo
lastimarme”
—No significa nada—me apresuré a decir.
Me sorprendió la seguridad que mi voz transmitía, un
aire despreocupado como si no me importara aquello que mas me importaba ahora.
Fingir puede ser fácil, la vida que viene después es mucho más difícil.
Pero, me resultaba más sencillo afrontarlo cuando lo
decía yo, porque si hubiese salido de sus labios habría sido como si el mundo
entero cayera sobre mí.
— ¿Qué?—Unas arrugas surcaron su frente y agachó la
mirada.
El orgulloso Engel Jackocbsob parecía indefenso y
derrotado. Con un paso vacilante se acercó otra vez a mí, tomó con ambas manos
mi rostro pese a la resistencia que quise poner ¿Por qué me hacía esto? No alzó
su mirada para desprotegerme de mi testarudez y porfía, no se atrevió a
combatir contra mí para bajarme de mí nube con palabras burlescas e ironías
hirientes.
—Te odio—gruñó apretando los dientes.
Mis extremidades se contrajeron tensas y temblaron
como sus manos en torno a mi rostro.
Solté una risita nerviosa y sin poder deshacerme de
su abrazo miré hacia otro lado.
—Eso no es nada nuevo. —dije con voz cortada entre
las risillas.
— Esta vez es diferente. —concretó seriamente. Me
resultaba sorprendente que a pesar de dejar a relucir aquel sentimiento
intachable, su voz seguía rebozando en la ternura y la dulzura— ¿Sabes porque
te odio? Porque estas entrometida donde no deberías, siempre, siempre… siempre.
Desde anoche que dejé de ver tus hermosos ojos, sentí como si la luz de las
estrellas se hubiera extinguido. Porque ya no me soporto a mi mismo cuando
estoy lejos de ti, me casé de pelear contra algo inútil. Lo peor es que no
entiendo lo que pasa; me confundes y no me gusta, siento… cosas extrañas,
nuevas ¡No las entiendo!
Al escucharlo me quedé sin aliento, sus palabras
aunque atropelladas iban encerradas en sentimientos únicos y especiales, no
obstante, su rostro seguía mostrando sufrimiento y dolor alguno. Atónita, emití
un suspiro sin saber que hacer, como actuar, porqué hacerlo. ¿Cuál era mi
ideal?
Liberó la presa de sus manos sobre mis mejillas que
ardieron cuando el viento gélido las besó y extrañaron el tacto cálido de esas
manos tersas. Se alejó con tal rapidez que apenas me di cuenta que se había
movido, y, ahora yacía sentado en una banca con los codos apoyados sobre sus
muslos cubriendo su cara con ambas manos. Únicamente, con él a la lejanía noté
que hacía mas frío del que pensaba, el viento se colaba en todas direcciones
combinando aromas silvestres y jugó con mis cabellos haciéndolos danzar
libremente al aire; sacudí un poco la cabeza para salir de mi ensimismamiento y
lograr encontrar la compostura. Todas mis extremidades temblaban, ya no era el
frío solamente si no la incertidumbre de aquel momento crucial, mi corazón
reclamaba paz mientras palpitaba rápido y más rápido.
Me sentí curiosamente extraña plantada a medio
camino, en el jardín trasero, lejos de un Engel trastornado, por primera vez
débil. El escenario hacía poca justicia con sus pocos árboles carentes de hojas
y el color gris rojizo del ambiente.
El destino seguía reticente a mostrarse, inflexible
y distante atormentándonos esporádicamente entre minuto y segundo, entre cada
paso hueco que daba para llegar hasta él. Sonidos amortiguados obra de mi
imaginación o reales y dolientes como dagas afiladas. No era capaz de salir
huyendo porque estaba tan conmocionado que tenía inmensas ganas de abrazarlo y
decirle que todo estaba bien, que si lo quería jamás lo dejaría y si lo deseaba
saldría de su vida para siempre o que podríamos estar juntos para entenderlo
todo porque yo tampoco entendía muchas cosas y con el paso del tiempo todo
sería mas claro. Podría gritarle —pero no lo haría— que lo necesitaba, que lo
quería por razones estúpidas, que me obsesionaba inevitablemente, que podía
seguir viviendo sin él pero que sería terrible…
Un jardín que se acercaba mas a la muerte que a la
vida, el gélido viento de otoño que calaba en los huesos y un cielo oscuro sin
sol, eran los únicos testigos de que sin ser capaz de dar marcha atrás, me
había enamorado perdidamente de Engel Jackocbsob.
Alzó la mirada y me contempló como si fuera la
primera vez que me veía; el instante perturbador había terminado y compuso su
rostro nuevamente con gestos adustos y sombríos, sonrió fríamente y su sonrisa
cuadró perfectamente con el sadismo que reflejaba en su mirada. Detuve mis
pasos fluctuantes en seco, admirando la expresión psicópata que había devorado
el dolor y la desolación, intrigada por la seguridad arrogante y obscena que
mostraba. ¿Se estaba burlando de mí?
La respuesta no llegó de ninguna manera.
Arqueó una ceja, como si se preguntara que demonios
estaba haciendo parada en medio de la nada, observándole como bicho
raro.
Con gesto grácil y elegante levantó su brazo y
tendió su mano al aire, invitándome a su encuentro. Vacilé, pero después,
apremiante, anduve a su encuentro, tomé su mano y mi corazón ardió de pasión y
deseo.
No había palabras, pero las acciones y las miradas
lo decían todo, absolutamente todo; yo necesitaba de él y podía decir que él de
mí. La decisión estaba planteada y se desenvolvía libremente en las volutas
engañosas del destino.
Tomándome con la facilidad que siempre lo hacía y me
envolvió con sus fuertes brazos, acunándome y protegiéndome de todo como si
hubiera tomado repentinamente un trabajo de ángel guardián.
—Eres solo mía—susurró a mi oído después de un
prolongado silencio. El abrazo se volvió más fuerte e irrompible.
— ¿No me dejarás? —pregunté con temor.
—No. Estaré contigo —dijo seguro de sí mismo. —Hasta
que la muerte nos separe.
Sus labios tocaron mi frente y se quedaron ahí por
minutos, entonces confié en él.
Hasta que la muerte nos separe.
Sonaba a eternidad, algo que aún se veía a la
lejanía, tan lejano y simple que apenas parecía un reflejo nítido entre
vaporosa neblina, y, aunque no podía evitar pensar que era una mentira me dejé
llevar por lo que jamás quería que terminara.
Me quedé con la cabeza recargada contra su pecho y
sus brazos rodeándome en un ademán cálido y protector.
El tiempo corría. Tic tac, tic tac, el reloj; tum…
tum… latidos de corazón.
Una estridente carcajada enloquecida rompió la pasibilidad
rítmica de nuestros corazones que latían juntos, al mismo compás; me sobresalté
al darme cuenta que el origen del frenesí provenía del pecho de Engel y el
sonido lo emitían sus cuerdas bucales, me incorporé y giré un poco, terminé
deslumbrada con sus gestos risueños, nunca pararía de tener ataques bipolares,
ya no sabía si aquellas reacciones repentinas eran divertidas o peligrosas. Un
poco de ambas, tal vez.
Lo observé con la curiosidad que un niño observa un
maravilloso fenómeno nunca antes visto, y después, contagiada por sus
carcajadas me eché a reír.
Ipso facto, se puso serio de nuevo, callando de
manera sepulcral.
— ¿De que te ríes? —preguntó impasible.
Cerré mi boca y llevé los dedos a los labios
tratando de remitir la risa que parecía no querer cesar.
— ¿De que te ríes tu?
—Yo pregunté primero. —frunció el ceño a la
defensiva.
—Yo me reí después. —contradije retadoramente.
—Pero yo estoy loco y… los locos se ríen solos.
—Pues yo también debo estar muy loca. —Mi sonrisa se
amplió al recordar algo— ¡Si! Estoy tan loca que te asesinaré en cualquier
momento.
Su seriedad imperturbable se rompió con otra
carcajada, la cual debo admitir, no fue tan enloquecida y escalofriante como la
anterior.
De un salto me lancé sobre su cuello, busqué su garganta
imitando “elegante” salvajismo y gruñí bajito como tigre hambriento, hundí mi
nariz en su cabello recibiendo de golpe un aroma embriagante y elocuente que
hizo marchar y volver mi mente a un mundo desconocido; sus caricias endebles
musitaron sobre mi cuerpo, cerré los ojos jadeando de placer jugueteando con
aquellos mechones azabache de textura de seda y mis labios buscaron un curso
hasta su oreja mordiéndola cariñosamente. Engel se quedó inmóvil sin deshacer
nuestro abrazo, conteniendo risas y suprimiendo placeres para seguir mi juego
con el dramatismo que este requería.
—Oh—mustió divertido entre murmullos seductores,
envueltos en pasión desenvuelta— ¿Por qué me ocultaste tu secreto?
—Porque sabía que me rechazarías por lo que soy, que
tal vez me temerías y no querrías saber de mí. —murmuré a su oído.
Se quedó firmemente inmóvil, como una estatua, el
latido de su corazón se detuvo por unos instantes.
—Pero jamás daño a lo que amo—insistí besándole el
cuello.
Bajó sus brazos hasta mi cintura y me apartó del
regalo que era su cuerpo, cerré mis manos con fuerza sobre sus hombros, no me
di cuenta como había llegado hasta ahí, con mis rodillas reposando sobre sus
piernas.
Sus ojos clavados en mí, sombríos de nuevo, mí
mirada llena de reproche, rabiosa y reclamante.
—Has leído demasiado sobre Anne Rice—soltó fríamente
entre dientes. Su sonrisa torcida se pintó de amargura— Los monstruos no
existen.
—Solo tu ¿verdad? —pregunté con sarcasmo.
Al ver su expresión me di cuenta que no quería
seguir jugando y súbitamente me aparté para dejarlo respirar.
—Tengo clase de Literatura—pugné poniéndome de
pie—debo ocupar mi mente en otros autores que no se llamen Anne Rice. Tal vez
un poco de Charles Dickens me hagan estar mas en la realidad.
Efectivamente, se me hacía tarde para ir a
Literatura y tenía que darme prisa; recogí mi mochila que había quedado en el
suelo olvidada cuatro metros más allá y le lancé una mirada ofendida a Engel;
no dijo absolutamente nada y yo tampoco lo hice, ni esperaría que lo hiciera si
no quería, era su vida, sus asuntos y haría con todo eso lo que se le viniera
en gana.
Las preguntas me invadieron una vez mas,
aterrorizándome, contribuyendo a la tristeza y la furia de mí ser, preguntas
que con displicencia dramática evocaban dudas dolorosas.
—Lo mejor que puedes hacer es
alejarte—mi
chiflada conciencia al acecho. —Jackocbsob no es lo que te conviene…
Gruñí haciendo todo lo que estaba en mis manos para
ignorarla, su voz se estaba volviendo insoportable.
Con pasos fuertes y furibundos me interné en el
pasillo del edificio que me llevaría a mi siguiente clase; por órdenes de mi
vanidoso orgullo, me mordí el labio antes de respirar profundamente para
mantener en apariencia una máscara de fortaleza, impenetrable como muros
forjados en hierro.
—Lo siento
Un escalofrío recorrió mi columna y me estremecí
discretamente, no tenía idea de cuanto tiempo llevaba caminando a mi lado, sus
pasos eran inaudibles y él tan sigiloso como un fantasma.
Me esforcé por parecer inmutada antes de hablar.
—Creo que deberías pensar mejor lo que estas
haciendo—dije mientras seguía avanzando
—No dudo de lo que siento por ti—objetó, parecía
sincero.
—Tengo que entender mucho de ti y tú de mí.
—recalqué. Mi voz se hacía más fuerte como cada paso que daba al subir los peldaños.
—Es que es ridículo; tal vez fue un error, ni siquiera nos conocemos bien.
Sinceramente nos odiamos.
Rió entre dientes. ¿Cuál era la gracia?
—Dicen que del odio al amor solo hay un paso.
Se encogió de hombros.
— ¿Tú crees en eso? —inquirí tajante.
—No se; antes el ser humano no creía que la tierra
era redonda o que girábamos alrededor del sol. ¿Tú crees en el amor a primera
vista?
Fugaces fueron sus movimientos que apenas pude darme
cuenta de cuan rápido había llegado a quedar de espaldas contra la pared, me
envolvió en una cárcel que hizo con ambas manos apoyadas en el muro, sus ojos
taladraron los míos con profunda intensidad, esos hermosos ojos grises que
encontraban mi vulnerabilidad para jugarla a su favor…
—No. —sentencié apenas en un suspiro. Tomé aire.
—Pero después de ti creo que los sueños y las pesadillas pueden hacerse
realidad y que abusar el consumo de chocolate puede provocar una grave
enfermedad mental. Deberían encerrarte en un psiquiátrico… aunque después tenga
que ir por ti…
Se rió y apartó una mano de la pared para hurgar en
uno de los bolsillos de su pantalón, sacó dos pequeñas barras de chocolate que
encaró frente a mí y luego dejó una sobre mi mano.
—Disfrutemos juntos de la locura. —suspiró sobre mis
labios.
Depositó un beso en mi frente y se apartó pocos
segundos antes de que profesora Parker pasara a nuestro lado.
—Te veré en el almuerzo.
Asentí y él espero ahí hasta que hube entrado en el
aula despidiéndome con un movimiento de mano.
Mis ojos recorrieron cada línea de las primeras
hojas del amarillento y desgastado libro que tenía en mis manos, sin embargo,
mi mente se hallaba mas allá de cualquier libro, no era capaz de despertarme ni
el sonido al pasar las hojas que era un sordo susurro afilado, ni el aroma
húmedo y mohoso del estante donde había permanecido guardado; de pronto, me
daba la impresión de que todas las fantasías contenidas entre las hojas
empastadas en gruesos volúmenes se habían desbordado de éstos textos y rondaban
alrededor de mí mas reales que nunca.
No recordaba la última vez que esperé con tanta
ansia el almuerzo; Literatura fue corta a comparación de cálculo que se volvió
un infierno con sus integrales definidas, casi salí corriendo cuando el timbre
dijo que la clase había terminado.
— ¿La pasaste bien anoche… con Valerie? —Le pregunté
a Travis que venía a mi lado.
Hoy mi amigo no sonreía como de costumbre, las
facciones de su rostro además de hostiles y duras, le daban un aspecto cansado,
exasperado y un poco hastiado de quienes le rodeaban.
—Si—respondió cortante— ¿Qué hiciste con Jackocbsob?
¿Se besuquearon en su habitación?
Me quedé boquiabierta, su tono de voz, huraño y
burlón me molestó un poco, no era la clase de humor ligero que siempre le
acompañaba y el significado de sus teóricas preguntas tomó un doble sentido
ofensivo.
Respiré hondo, mantuve la tranquilidad; sopesé la
posibilidad de haber imaginado la forma en que había expresado “sus dudas”
porque ese no era el comportamiento natural de Travis.
—Algo así—contesté y sentí como la sangre se quedaba
estancada en mis mejillas ardientes. —y podría decir que somos… novios. Bueno
no estoy segura.
Y aquí estaba, caminando hacia mi clase de física
confesándole (contra mi orgullo) a mi mejor amigo (el cual no estaba del mejor
humor) que él siempre tuvo la razón. No era molesto en realidad, Travis era la
única persona que se me ocurría para contar todo aquello que sentía (aunque
muchas veces me viera censurada), pero si se trataba de algo que quisiera decir
él tenía toda mi confianza, sería capaz de confiarle hasta mi vida;
probablemente ahora la decisión que había tomado sobre Engel era equivocada y
aunque así fuese me iba a apoyar; pero, la situación dio un giro de 360° sin
advertencia inmediata.
—Deberías alejarte de él, Annette; luces tan
ridícula a su lado…
Sus palabras desdeñosas me traspasaron como finas
agujas.
—Si ya lo se. —Siseé. Mi voz se volvió agria.
—Lo digo en serio, es mejor que dejes su juego antes
de que empiece; cuando se halla cansado de ti y divertido lo suficiente (como
Michael), te dejará llorando patéticamente.
— Travis… ¿Por qué me hablas así? —dije con un hilo
de voz.
Lo encaré deteniéndome en seco y tomándolo de la
manga de su jersey para que se detuviera también; su cara lucía pintoresca
entre amargura, sus expresiones ausentes y divagantes, sus ojos ya no poseían
aquel brillo de alegría permanente y su sonrisa era más bien la buena imitación
de algo cruel y funesto, disfrutaba echarme en cara el pasado que había
permanecido intocable en algún lugar muy profundo de la tierra y hoy,
precisamente hoy, había excavado las profundidades del suelo con sus garras
mortales para encontrar aquella caja que juntos habíamos guardado supuestamente
para siempre.
— Porque ya me cansé de ser tu pañuelo de lágrimas.
Me aburres.
Mi mano deshizo el agarre de su brazo y Travis, con
gesto asqueado terminó soltándose y alejándose a zancadas por el pasillo.
Me quedé plantada incapaz de moverme observando con
la mirada perdida el lugar por donde mi amigo había desaparecido.
En física Drew se mostró tan hosco como en los
últimos días, al igual que Travis, me lanzó miradas de resentimiento, que en
otro momento no me hubieran importado lo suficiente, sin embargo esta vez
fueron por completo dolorosas. ¿Qué estaba pasando? Acababa de ganar lo que
quería, pero estaba perdiendo algo mucho más valioso: a mis amigos. Tampoco me
veía haciendo nada por evitarlo y la impotencia sobrevino sobre la tristeza. Me
desesperaba no saber que hacer. La clase fue mas tortura de lo que cálculo
había sido, esta vez no por la espera ansiosa del almuerzo, de hecho ya no me
importaba tanto, todo tenía que ver con la reversión del mundo, mi mundo. Por
instantes quería que todo se detuviera como en la ciencia ficción, una
paralización del tiempo y entonces, correr hacia atrás, hacia el pasado y
cambiar lo que había hecho mal, recompensar a quienes había dañado y cambiar
cualquier error, pero, por lógica era imposible y seguíamos avanzando hacia
delante, teóricamente.
El tiempo no se detiene en un punto fijo, el tiempo
es el peor enemigo de los hombres, pasa rápido cuando quieres que no lo haga y
transcurre lento cuando quisieras que las horas fuesen segundos.
La puerta se abrió al final de la clase. No
reconocía lo importante de lo ignorable y un sentimiento de desesperanza me embargaba
simultáneamente, que no desapareció cuando vi a Engel esperándome, recargado
contra la pared, despreocupado dando el aspecto de un maravilloso Adonis que
cobró vida cuando una sonrisa torcida surcó su rostro; exhalé aire con un poco
de alivio, tomando en cuenta que soledad no me acompañaba más y que podía
marcharse a dar un paseo o hacer una visita temporal a alguien mas. Mis
músculos se tensaron cuando su fuerza masculina oprimió mis hombros y rodeada
de su brazo condujo a una ausente Anne hacia la cafetería, mi cuerpo estaba
ahí, pero mi mente no, escuchaba el murmullo de voces que se avasallaban
alrededor, las conversaciones animadas, las noticias relevantes. Todos eran tan
felices y simples en apariencia.
—Anne… ¿me estas ignorando?
Parpadeé un par de veces y enfoque a mi perfecto
acompañante sentado frente a mí, tan soberbiamente elegante con el entrecejo
ligeramente fruncido.
Una mesa repleta de comida había sido interpuesta
entre nosotros, el tenía un par de cubiertos en las manos y dejó caer con
fuerza el cuchillo sobre el trozo de carne que comía; las sonrisas se
esfumaron, sus gestos imprescindiblemente amables ahora severos se volvieron,
transformando en un santiamén todo su semblante.
—Algo te preocupa—afirmó átono.
Y, así con rudeza pero al mismo tiempo dulzura dejó
caer sobre mí todo el peso de su mirada, no lo soporté y me dediqué a observar
las frutillas que había en mi cuenco; de colores claros, frescas, incluso
alegres.
— ¿Soy yo? —Preguntó— ¿Aún piensas que es mala idea?
¿Aún no estas segura de lo que crees? ¿Sigues odiándome?
Acercó su mano y tomó mi mentón con firmeza, alzó mi
rostro para que pudiera verle a la cara. Agachar la mirada: signo de debilidad.
Yo era todo menos débil.
—Confía en mí. —Su voz vació toda su dulzura y la frialdad
en su mirada se volvió un manta cálida y abrasadora—Cuando digo que te odio es
porque te odio; cuando digo que seré bueno… es porque intentaré serlo; y,
cuando digo que te quiero es porque te amo.
—No tiene que ver contigo—Suspiré. —Confío en ti—afirmé—mis
inseguridades siempre estarán, pero quiero confiar… siento que debo hacerlo.
Eres lo mejor que me ha pasado. Eso creo.
—Y tu a mí—sonrió y después rió ligeramente mientras
me soltaba—Bueno… lo mejor después del descubrimiento del chocolate.
Reí también. Engel era una excelente persona cuando
se empeñaba en serlo.
Terminamos charlando sobre el clima y apostando
sobre cuando sería la primera nevada de la temporada.
Las clases posteriores pasaron más rápido y el
abrumador día escolar terminó con la mayoría de los estudiantes sabiendo que
había algo entre el rumano Jackocbsob —de quien a pesar de tiempo transcurrido
nadie le quitaba la vista de encima— y una chica insignificante de S4 cuyo
nombre nadie recordaba.
Caminamos juntos por el aparcamiento a una peligrosa
vista de todos y de su hermana que nos seguía detenidamente con su asesina
mirada, parecía echar chispas y tenía que admitir que daba miedo verla.
—Podemos ir juntos—insistió Engel por cuarta vez
cuando estábamos fuera de mi coche—Wright puede conducir este.
Mi estómago se contrajo de pena.
—Lo siento, pero esta vez no.
Me miró con ceño. Su expresión adoptó un gesto de
niño ofendido, aunque no lucía para nada infantil.
—Mañana no podrás negarte.
—Ya veremos.
Me golpeó con sus dedos en la punta de la nariz,
respingué cerrando los ojos como reacción y cuando los abrí ya tenía mala cara.
— ¿¡En este lugar nadie puede tener un poco de
privacidad!? —saltó hastiado elevando la voz enfatizando cada sílaba.
Fue entonces que me percaté de las miradas que
habían estado curioseando a nuestro alrededor, en ese momento muchos de los
curiosos desviaron su atención hacia cualquier otro asunto improvisado,
apenados por haber sido descubiertos in fraganti.
— ¡Gracias, muy amables!
Me reí con disimulo. Ese chico no tenía vergüenza de
nada.
—Te veré esta tarde. —suspiró tranquilamente.
— ¿Ho…Hoy? —titubeé
—Si, hoy. —dijo como si fuera lo mas obvio.
Se despidió dándome un corto beso en los labios
antes de que pudiera objetar cualquier cosa; una vez se hubo alejado las
miradas curiosas se volvieron de nuevo hacia mí, yo, obviamente no tenía el
valor, o la desvergüenza de hacer lo mismo que Engel, mas bien, mis actos eran
cobardes y desesperados. Sentí que me ponía completamente roja y la única forma
de huir era entrar en la seguridad del interior de mi auto, giré y logré abrir
la portezuela después de varios intentos fallidos y maldecirla en voz baja por
ser una tonta puerta. Salí del aparcamiento en una lucha mental para proteger
mi salud mental; antes de desaparecer a toda velocidad eché una última mirada
al Lamborghini y pude jurar que él me veía detrás de los cristales tintados,
sonreí ligeramente y emprendí el viaje hacia Dunkeld, entre la felicidad, la
confusión y la zozobra.
Cuando me acercaba a casa pude darme cuenta de que
había una patrulla de policía aparcada fuera de la casa de los Green, el
corazón me empezó a palpitar en son de alarma, aunque dudaba que algo malo
hubiera pasado de verdad, tal vez Justin se había metido en problemas, otra
vez; recordaba no haberlo visto en clase de Química ni en ninguna otra y desde
el sábado pasado deseaba volver a entablar una conversación con él, en aquella
ocasión había dejado a descubierto algo importante, algo que quería decirme.
Entré en casa dándome cuenta que Juliette había
dejado temprano el trabajo aunque las luces de la sala de estar estaban
apagadas y no había señal alguna de que alguien estuviera ahí; un abrigo fuera
de su lugar, la alfombra pisoteada, como si alguien hubiera entrado y salido
continuamente de ahí en poco tiempo eran las señales que me incitaban a
creerlo; dejé la mochila sobre el sofá y me dirigí a la cocina, dos tazas de té
frío a medio terminar sobre la mesa pero tampoco había nadie.
— ¿Tía, estás en casa? —pregunté alzando la voz para
que esta se escuchara incluso en el segundo piso.
Profundo silencio.
Me encontraba sola en casa, como casi todas las
tardes.
Encendí las luces de la salita y me dispuse a subir
a mi habitación, esta tarde tenía una especie de cita y tenía que apurarme a
terminar mis deberes y arreglarme un poco; pero, la puerta principal se abrió y
entró Juliette. Parecía cansada, al contrario de esta mañana que me había
despedido de ella.
—Ya estás en casa. —dijo como si sintiera un
profundo alivio.
Había un toque de histeria en su voz, la cual, en
vano, pretendía ser amable, en su mirada pude ver como si antes hubiera estado
pensando que jamás volvería a verme.
—Si… siempre llego a esta hora.
Señalé el reloj de pared con un movimiento de cabeza
colocándome la mochila al hombro.
— ¿Ha pasado algo malo, tía?
—No… sabemos—parecía saber— Tu compañero, Justin,
desapareció.
Me sorprendió escuchar eso.
— ¿Qué? ¿Cómo? Yo lo vi, anoche, en la fiesta.
Asintió con cautela y se esforzó por sonreír como si
hubiera llegado al meollo del asunto.
—Amanda dice que no lo volvió a ver desde que salió
de casa anoche; la policía dice que solo empezaran a investigar el caso como
desaparición hasta que hayan hallan transcurrido cuarenta y ocho horas. Dicen
que normalmente los casos sobre desapariciones de adolescentes se debe a que se
fugan de sus casas para vivir un poco su vida, y Justin, no ha sido siempre muy
comportado que digamos.
—La señora Green debe estar desesperada.
—Lo está—se quedó pensativa un momento y murmuró en
voz apenas audible— no entiendo que querrían del chico.
La miré a los ojos y luego fruncí el ceño por lo que
vi en las intenciones de aquella mirada concentrada y analítica.
—Espera, ¿no pensarás que los Jackocbsob tienen algo
que ver, verdad? —Mi voz sonó ofendida.
La idea sonaba ridícula por completo, no imaginaba a
Engel, o incluso a su diabólica hermana secuestrando a Justin. Sus padres ni
siquiera se encontraban la noche anterior. Ridículo.
Juliette frunció los labios.
—No he dicho eso; pero… a veces muchas cosas pueden
sorprendernos, Anne.
—Sin duda —mustié de mal humor.
—En fin, regresaré con Amanda, apenas me ha dejado
venir ahora, le prometí que no tardaría mucho.
—De acuerdo.
Juliette tomó su abrigo y estaba a punto de salir
cuando recordé algo.
—Tía, yo te quería pedir permiso de salir. Engel
Jac…kocb…sob me ha invitado a dar un paseo… como una cita.
Se volvió y me miró con asombro, como si no pudiera
dar crédito a lo que escuchaba.
—No, no puedes ir. —negó enérgicamente con la
cabeza.
— ¿Qué? Pero ¿Por qué?
—Porque no.
— ¡Porque no, no es una respuesta! —rebatí. —No
regresaré tarde, sólo será un paseo; por favor.
—No, es mi última palabra. No con él.
— ¡Ah! Ahora tendrás prejuicios contra Engel,
genial. —Me estaba poniendo furiosa— ¿No eras tú quien decía que debía salir
más de aquí? ¿Qué debería salir con chicos? ¿Qué yo estaba juzgando mal a
Engel?
—Puedes ir con quien tú quieras, pero él no; ese
chico no es bueno para ti. No me gusta.
— ¡Tú no sabes nada!
Salí corriendo antes de ponerme a despotricar todos
los pensamientos terribles que se arremolinaban como terribles blasfemias en mi
cabeza, querían empezar a salir de mi boca a voz de cuello pero aún, a pesar
del coraje que hacía hervir la sangre de mis venas, seguía poseyendo
sentimientos y conciencia, no estaba en mis intenciones dañar a Juliette,
aunque ella me había dañado a mí. Engel no era un capricho, yo lo quería y él
me quería a mí; tampoco era una persona mala, podría aparentar muchas cosas
pero había alguien bueno detrás de todas sus múltiples máscaras.
Entré a mi habitación cerrando de un portazo, estaba
muy enojada, de verdad. La ira me hizo patear lo que encontré a mi paso, me
tiré sobre la cama mirando el techo, empecé a contar las manchitas de éste, y
me pregunté si debía esperar a que Engel llegara, tal vez mi tía cambiara de
opinión, él se comportaría educadamente y se ganaría el corazón de Juliette con
una de esas sonrisas devastadoras, una de esas miradas penetrantes y un par de
buenas palabras aduladoras, le resultaba fácil convencer a las personas, lo
había visto hacerlo muchas veces.
También estaba consciente de que no era una voluntad
estúpida de Juliette, conocía cada uno de sus gestos y anticipaba sus acciones;
Juliette temía algo y Engel era un ser sobre natural.
Misterios innumerables rodeaban al chico del cual me
había enamorado, misterios que no lograba comprender, Recordé sobre él todo
desde el momento en que le conocí; detenidamente, analizando cada uno de sus
pasos, recordando cada una de sus frases, sus repentinos cambios de humor, cada
suceso y muchas cosas no encajaban. Cosas extrañas habían empezado a suceder
desde su llegada, primeramente nadie hace un dibujo y a cinco minutos después
éste toma vida propia. Por una parte me aterraba buscar mas allá de las apariencias,
además porque era tremendamente ilógico, las cosas sobrenaturales solo están en
los libros y las maravillosas historias que el abuelo solía contarme cuando
niña. Pero, si ataba los cabos sueltos llegaba a un punto insoportablemente
dudoso, un punto que me negaba a alcanzar, incluso a tocar.
¿Qué estaba pasando en el mundo?
Cerré los ojos para descansar la mente, pero la
mente era una fiel enemiga, engañosa y malévola me decía que aquello no podía
dejarlo, que, indiscutiblemente mi futuro y todo lo que rodeaba mi vida pendía
de un hilo, otra vez. Era hora de dejar de comportarme como lo había estado
haciendo últimamente, ciega y sumisa.
En la oscuridad de mi mirada, vi un par de
resplandecientes gemas rojas, que pronto se transformaron en ojos observadores,
atentos y burlones.
“Tú no podrás conmigo, insulsa humana”
Su voz fue seductora, tan atrayente como el pecado
para los hombres, canturreaba con demencia en tonos desvariados, de altos a
bajos, de gritos a murmullos. Y, entonces, enmudeció súbitamente. Silencio.
Esperé su regreso porque aunque sonaba temible, me insultaba y era amenazante,
disfrutaba de ella como una amante incógnita.
Abrí los ojos de golpe cuando escuché que un auto
aparcaba; me levanté apresuradamente de la cama y corrí la cortinilla de seda
para mirar hacia fuera, era el Lamborghini; la sangre se me heló y se derritió
de nuevo cuando vi la lejana silueta de Juliette acercarse.
— ¡No! —grité en mi fuero interno ya que el grito se
atragantó en mi garganta.
Salí corriendo de la habitación, derrapé
peligrosamente en el pasillo pero retomé el equilibrio y bajé las escaleras de
dos en dos, cuando salté los últimos tres peldaños caí de rodillas por mi acto
de osadía pero de alguna forma conseguí ponerme de pie otra vez, y, de la misma
forma presurosa crucé hasta la puerta, la abrí y el Lamborghini encendió de
nuevo el motor para esfumarse, me puse furiosa de nuevo y cerré de un portazo
para regresar a mi habitación, con un par de rodillas adoloridas y
completamente derrotada.
La cena aquella noche fue un sepulcro silencioso,
mientras ella me observaba con minuciosidad yo trataba de ignorarla al mismo
tiempo que hacía muecas disgustadas forzando mi rostro para que luciera mas
molesto; apenas había permanecido quince minutos cuando terminé y solo quería
encerrarme otra vez en mi habitación.
—Anne, tienes que entender que… —intervino Juliette
pero de nuevo censuró lo que verdaderamente quería decir y eso me fastidió más.
—Si vas a mentir de una forma tan falsa, ahórrate
tus comentarios—le espeté duramente—y cuando tengas argumentos poco infantiles
para oponerte, razones verdaderas, hablamos.
—Solo aléjate de cualquier Jackocbsob—sentenció.
— ¿Por qué? Dame una razón, ¡solo una!
—Porque digo yo.
—Oh, creo que con eso me basta—dije sarcásticamente.
Era suficiente.
Volví a mi habitación echando chispas, ese era el
único lugar donde me sentía tranquila, donde nadie me miraba reprobadoramente,
donde yo ponía las reglas.
El viernes Engel no se presentó a clases, eso podía
ser bueno y también malo; tenía una ligera esperanza de poder estar a su lado
al menos durante las horas de escuela, lo prohibido siempre era mucho más
tentador, incluso placentero. Durante el fin de semana no salí de casa, me
sentí ligeramente vigilada por Juliette que no me dejaba respirar a gusto ni un
momento los ratos que pasaba ahí —ya que el tema de la desaparición de Justin
estaba llegando a un punto crítico— creo que tenía el pensamiento de que me las
arreglaría para saltar por la ventana a media noche y escapar para ir en su
búsqueda; la alternativa de la ventana era porque creía que estaba tan
obsesionada con él y el hecho de no tener permisos para alejarme 4 metros a la
redonda de la casa, me llevaría a hacer una locura. El sábado por la mañana
planeé llamarlo pero misteriosamente mi móvil había desaparecido, y el domingo
cuando decidí utilizar el teléfono de casa resultó que las líneas estaban
bloqueadas.
Conforme el tiempo pasaba el clima fue empeorando,
las lluvias se intensificaron durante el viernes por la noche, proporcionando
mas frío y humedad, y, el domingo las nubes grises cargadas de agua se
dispersaron para dejar paso a unas esponjosas nubes blancas que impedían el
paso de cualquier rayo de sol y amenazaban nieve.
El lunes una luz familiar, blanca y mortecina me
despertó y cuando abrí la ventana descubrí una ligera capa de nieve y hielo
cubriéndolo todo. Sonreí… Engel había ganado respecto a sus pronósticos y hoy
tendría que asistir a clases para reclamármelo.
Fue un alivio que aquellos dos días de encierro terminaran
y poder regresar al colegio, nunca me había entusiasmado tanto llegar a clase
de Historia, pero tampoco estaba ahí.
Me sentí alicaída por diversas circunstancias; mis
amigos no me dirigían la palabra, excepto Kat que me saludó tímidamente antes
de que Drew la reclamara como suya; en cuanto a Travis, se mostró tan
insensible y brusco como los días anteriores hasta un punto en el que pensé que
me estaba evitando, también otra contribución a mi estado de ánimo tenía que
ver mucho con Engel; había salido del maravilloso cuento de hadas y no podía
decir que acababa de entrar en una terrible pesadilla porque aún nada estaba
terminado, no era que se fuera a marchar toda la vida, sólo eran unos días…
Para mi mala suerte las clases terminaron una hora
antes, pensé ir a vagar por los ardedores y de esta forma perder mi tiempo y
prolongar mi llegada a casa, pero comprobé que no tenía ánimos para tal cosa.
Conduje hasta Dunkeld mirando el velocímetro para asegurarme de no avanzar
demasiado rápido —no tenía que ver con la nieve y el hielo—, y, aunque avanzaba
a 10 km/h menos de los que a diario, tuve la impresión de haber llegado mucho
antes de lo estimado por las leyes físicas.
Sin duda hoy no era mi día de suerte, nunca lo era
de hecho, pero hoy era el peor de todos. Juliette estaba otra vez en casa, se
le estaba haciendo una terrible costumbre dejar el trabajo antes; además un
Pontiac blanco ocupaba mi lugar de aparcamiento, había visitas en casa, genial,
ahora tendría que poner buena cara.
Me quedé parada en el umbral sin abrir la puerta, al
escuchar que una discusión se desarrollaba en el interior, hablaban en susurros
altos con una especie de furor desdichado, la voz de ella era sombría,
monótona… lo odiaba. En cambio, la de él era tranquila aunque consternada…
estaba preocupado y una impotencia creciente se reflejaba en sus desesperadas
palabras.
—…prohibir; tarde o temprano tenía que suceder—dijo
la voz masculina con dolor—no me permiten interferir, lo sabes.
— ¿Y dejarás que se la lleven? —la voz de Juliette
se quebró.
— ¡No! —Se apresuró a decir él—Pero no puedo hacer
mucho… no me pertenece…
— ¿¡Que no te pertenece!? —Estalló mi tía,
histérica— ¿Lavarás tus manos como la última vez? ¿Dejarás que se roben su vida
como lo hicieron con la de mi hermana? …¡Anne es tu hija!
¿Qué?
Me quedé inmóvil, impávida mientras el aire escapaba
de mis pulmones y la cabeza me daba vueltas.
Surgió el silencio, un silencio tortuoso que
amenazaba con enloquecer al más cuerdo de los seres humanos; o tal vez solo
surgió el maldito silencio en mí; algo había caído muerto, ante mis ojos y una
verdad que tenía todas las características de una mentira se había revelado sin
esfuerzo alguno.
Pude haber empezado a llorar en ese momento pero me
pareció un acto vergonzoso que tragué todo sentimiento profano que demostrara
la debilidad ante los hombres; el camino, el flujo de los hecho se contrapuso
para avanzar de forma contraria a como lo había hecho tiempo atrás, y, el
corazón frágil de la pequeña Anne se endureció tanto como sus expresiones
inexorables.
El sonido volvió, aunque distante, y solo fueron
dicciones cortas, intermediarias, carentes de todo el sentido común. “Guerra”
“Edén” “Final” “Muerte” “vida” “El bien” “El mal” “Demonio” “Ángel”
“Jackocbsob” “Oscuridad”
ooooo muy bueno el capitulo, realmete genial pero pro q desaparecion Engel, q onda ?? y qn es el papa... estoy anciosa por el siguiente solo espero q no nos hagas esperar tanto otra vez :D
wowow genial, con cada capitulo alucino mas... s fantastico aunque ya se k s dificil pro por favor no tardes muxo con los siguientes capitulos!!!
Cada vez está más emocionante!! Aish, que larga es la espera.
Gracias por colgarlos
Un beso
hola
al fin bravo
creia q nos habias abandonado
esta muy bueno el cap
espero q no nos hagas esperar tanto para el proximo
en fin me gusto muchisisisisimo
espero el proximo
bay
OMG!! muy buen capitulo!
Me muero de curiosidad por saber que pasara ahora :D!!
waaaaa
me encanto el capitulo
gracias estubo genial
solo ke espero ke no
nos hagas esperar tanto
ya me akabe las uñas jejej
zta muy interesante
mil besos bye
HHoola!!! Dios di con tu blog por casualidad viendo otro y me encanta como escribes!!! en serio!! he leido un poco y me he quedado enganchada!! mañana me leere el fic desde el principio xDD
escribes muy bien ^^ un besazo!
hola!!!
pues soy nueva en sto del blog, y me he leido tu historia y me ha encantado, espero q no t moleste q me pase x aqui, y me encantaria q te pasaras al mio, bueno, chao
Continuaaah, pliss!!!
sin palabras...
muy buen capitulo, quede para adentro, su padre es lionel?? , mejor no especulo y espero el prox cap. no demores... tanto, saludos
wau enserio, este capitulo estubo muy bueno, enserio lo que escribes esmu chevr, porfavor no lo dejes a medias pleaseeee... es demasiado chevr!
me encanto el capitulo hace mucho que lo esperaba,
me sorprendio bastante.
Ojala podamos leer pronto mas capi
besos
wow!
me ha encantado!! quizas (y te digo mi opinion mas sincera) demasiado acaramelado pero muy buen punto el de que sea hija de Juliette y que los Jackobsob sean un problema
FELICIDADES!!
P.D-- el siguiente capítulo vendrá rápido??
wow EXELENTE CAPITULO
se esta poniendo muyyyyy interesante!!!
espero el siguiente cap con ansias!!!
me encanto este capitulo, onta engel?? porfa no nos hagas esperar tanto para el proximo.
gracias por escribir tan bien :)
wow!!!!!
esta incre este cap.....osea de vdd me facino como describiste todo lo q ella aentia!!!!
espero q esta vez no no hagas esperar tanto..imaginate ya tenia miedo de q ya no fueras a escribir grax por seguir escribiendo
te mando un beso
Hola!!!
ahhh!!!!!!!ame este capitulo aunque odio la intriga =S jaja enserio (aunque me imagino que ya te lo debieron de haber dicho varias veces) ESCRIBES INCREIBLEMENTE GENIAL!!!!!!! tengo como una sueñosrotosadiccion!!!espero con ansias el proximo cap!!!!!!
Sigue asi!!! =D
Saludes
diosss!! que bueno esta esto! ya quiero leer el diez! please no se tarden!! me tienen en intriga!!! xD
este capi estu de lo mas genial cris , te luciste!!
la espera valio la pena, pero si ke la sufri, gracias!!!
cris te repito la pregunta de nuevo! ( creo ke soy una latosa!)
no piensas publicarlo!!!???
tu historia es realmente mucho mejor ke muchos libros ke se estan publicando ahora , vamos has el intento, aunke sea uno pekeñito!
por favor escribe el siguiente capi, ke ahora si ke ya no aguanto la curiosidad!"!!!!
como valentina , yo tambien tengo una:
sueñosrotosadiccion!!!!!!!!!!
Aaainnns, me encanta!
Quieroo leer más, más, más!
En serio, escribes super bien!
Espero el siguienteee :)
Chris, de verdad te lo digo. Si tu no llegas a ser escritor, la vida es muy injusta. Me encanta, es sinceramente impresionante. Espero que sigas escribiendo, de veras^^
Un beso
por finnnnnnnnnnnnnnnn sssssssssiiiiiiiiiiiiiiii
pekeñajo ya era hora jejejejejejeje
me dejaste con ganas de mas como siempre, esto es una tortura de verdad q me va a dar un infarto como tardes mucho en pòner el siguiente capi, espero q seas bueno y que no nos hagas esperar muxo jejejejjejee
de verdad q sigues siendo un crac me encantó y ya kiero saber mas, engel me tiene loca como a anne jejejejejeje, pero tu me tienes mas, no tardes en poner el capi 10 por fi siiiiiiiiiiii
besitos
estrella negra
Hola, Chris.
Hacia siglos que no comentaba por aquí pero no importa, ¿verdad? ^^.
Quiero decirte que me encanta como escribes. Tienes uno que otro problemita con las comas, de verdad quiero matarte cada vez que veo un signo de puntuación fuera de lugar (no es nada personal, es sólo un problemita que tengo xD) pero fuera de eso todo bien.
POr cierto, quiero preguntarte que significa la palabra Xenolumbrifobia. La googlee y sólo me aparecieron dos entradas y ambas eran a este capitulo xD.
Bueno, eso es todo. Sólo te pido que, por favor, publiques el próximo capitulo pronto.
Besotes, y que estes bien ^^.
Waaaaaaaaaaaaaa!!!
OMG!! yo quiero más caps! nos hiciste esperar mucho!!
Me ha encantado encontrar un nuevo capítulo, además es sumamente misterioso.
Personalmente me gustaria ver un poco más desarrollados algunos personajes a parte de los protas que colapsan mucho la historia. Travis con sus celos o el supuesto "padre" q aparece al final de este capi. Sea como sea me sigue encantando tu poetica forma de escribir.
Bsos y muxas gracias
dios!! increible
pff....k ansia...
escribes increiblemente bien...
engel...oh!!!(baba)
por dios!!, no tardes tanto, me estoy muriendo!!
besiitos
ooooH GraaX pOr estee
caaP.. xFaa siiGuee escriiBiiendO
poqeeH Laa neta me tiienes bn
intriiGraaDaa :O
enseriiO esqriiBeez zOpeer bn
aLgOn Diia seraaz una Graan Y FamOzaa escriitOraaH.....ojaaLaa Y
saqeez Los Deemaz caPz prOntO nena
miiL Graciiaaz x esta LiinDisiima HistOriaaa :D, q bueno qe me enqkOntree tU bLog xD...suBee eeL otrO CaaP xFaaH
P.D.xFaaaH saqqa Las caPz Lo antees pOsiibLee q me teneez qoLgaaDaa
EngeeL [BaaBaaH] ;D
tQmmm
esPeerO qkOn ansiiias eL siiGuuiente CaaP
Tu Faan numerO 1 =D
CuiiDaateeH
bYee
ooPz Lo siientO taantO
ChriistOpheer nO saBiia q erez Hombree D= Lo LamentO Dee vDD
camBiiO La parte Dee La Famoza escriitOraaH pOr eL FaamOzO escriitOr Y tOddaz esaas parteez enseriiO Lo siieentO tantO perDon perDon perDon perDon perDon perDon
Lo LamentO enseriiO Y La neta escriiBeez meGaa romantiiqkO eeH FeeLiiciiDadees Y te DeeseeO Lo mejOr
P.D. PerdOn PerdOn perdOn perdOn perdOn
ammO tO HiistOriia Chriiz
esPeerO qkOn ansiias eL siiG. caaP
por favor me encantaría q siguieras con la historia, me atrapó y realmente debo decir q escribes demasiado bien ;)
ooooooooooohhh!!!!!!
stuvo genial me encanta q guay!!!!
yo q pensaba q no volverias !!!! ahora stoy mucho mas tranquila!! no pares!! bss
me encanta! es simplemente fantástico! por favor, sube cap. pronto! y te juro que parece un verddero libro, es GENIAL!
nos vemos!
Ex!!!!
Ame y odie este cap!!! ushhh que frustre...
Aun asi(lamento decirte) que aun prefiero a Engel... y sabes que me gustan los chicos malos asi que... usshhhh
Super cap prontooo
holaa!! esta muy bonitad laa historia!stoy deseando que subas el siguiente capitulo!besos cuidate!
buenisimo el capitulo....porfavor no nos hagas esperar mas... es muy linda la historia...me encanto por completo...
toy ansiosa por el siguiente...porfavor que sea pronto..
vale cris me gusta el cambio del blog jejjejee pero por fa pon capi siiiiiiiiiiiiii me muero por saber como sige no seas malo llevas meses teniendonos con la espera
por fa por fa por fa por fa
besos
holap de verdad esta bien chevere tu historia pero sigue escribiendo nos tienes colgados queremos saber q paso con engel no nos dejes esperar tanto chagui
wow me lei toda la historia esta genial...espero con ansia el proximo capi
subilo pronto ¿vale? mira q te lo pide una de tus tantas admiradoras
besos
wenassss!!!! encontree el blog por casualidad!!!!jajajajaj
me puse a leer tu historiaa y me a enganxadoo
esperoo k subas prontooo porque escribes de lo mejor te lo digo de verdad...
si publicaras el libro te lo compraria =P
besoss!!!!
sube prontoo porque se quedo super interesanteee!!!!!
bye!!
Hola soy mariana y por casualidad encontre tu historia que me enamoro por completo espero que pronto publiques el cap 10 besitos mariana