Travis suspiró aliviado y me devolvió la
sonrisa, Andrew y Kat también sonrieron satisfechos, volviendo a acomodar sus
armas como si estuvieran listos para atacar en cualquier momento a nuestros
enemigos. La ira se mostró más evidente en el rostro de la demonio, y, entonces
hizo aparecer un látigo en cada mano y los blandió rompiendo el aire con un
sonido ensordecedor. Luego, rugió guturalmente algo en un idioma extraño.
Todos abandonaron sus posiciones defensivas para lanzarse al
ataque.
—Y
pensar que besé a eso—exclamó
Travis poniendo cara de asco.
Valerie fulminó a Travis con una mirada asesina y de un salto se
elevó en el aire viniendo en nuestra dirección; al mismo tiempo Engel saltó
sobre sus pies alcanzándola en pleno vuelo embistiéndola con su cuerpo. Al otro
lado, la nube de polvo en el fondo pareció disiparse cuando un grupo de
criaturas emergió de ella obligándonos a desviar nuestra atención de la pelea
que se suscitaba entre Engel y Valerie.
Todos, al mismo tiempo nos armamos de valor y corrimos escalones
abajo al encuentro con las criaturas que parecían haber salido de nuestras
propias pesadillas, nos doblaban en número, y eran amedrentadores.
Literalmente: estábamos condenados. Con sus pieles marrones, rojas o negras,
ojos negros, vacíos, o rojo ardiente; algunos de ellos alados con un par de
cuernos de ónice como los que coronaban la cabeza de Valerie, otros más también
tenían colas llenas de pinchos afilados igual que sus dientes y garras. Sólo
tenían una cosa en común: todos y cada uno de ellos despedían el mismo aroma a
podredumbre y muerte.
Uno de los demonios saltó sobre mí mostrándome los dientes como
una criatura furiosamente hambrienta, blandió una espada que chocó contra la
mía haciendo que surgieran chispas, mi cuerpo vibró y cada uno se apartó del
otro debido a la fuerza del choque. Me devané los sesos recordando las
lecciones de Liam en el sótano de la tienda de antigüedades, escuchaba su voz
rígida y autoritaria diciéndome cada una de mis fortalezas mientras yo
observaba los músculos tensos bajo su camisa negra. Maldije en mi fuero
interno, si salía de ésta tendría que recordarme no ser tan estúpidamente
superficial.
El demonio se lanzó nuevamente sobre mí desgarrando el viento a
la par con sus garras y el filo de su arma haciéndome retroceder. Tomé la
empuñadura de mi espada con ambas manos y mucha fuerza; segura de mí misma
salté en el aire. Vi el suelo alejarse no unos cuantos centímetros, sino
muchos, mis piernas se encogieron y giré en una maroma pasando por encima de la
criatura cortándole la cabeza limpiamente. Y, cuando me di cuenta del efecto de
la gravedad era demasiado tarde, estaba más cerca del suelo y no tenía idea de
cómo aterrizar, caí dando vueltas en el piso hasta que uno de los escalones me
detuvo y mi cabeza golpeó contra la roca. El mundo empezó a girar extrañamente,
los sonidos se desvanecieron y algunos puntos negros estorbaron en mi visión;
mi mano soltó la espada que me había empeñado en no perder. Escuché mi nombre
en algún lugar y cuando mi cabeza dejo de dar vueltas era demasiado tarde, otro
demonio volaba hacia mí para terminar lo que el otro había empezado.
Tragué saliva buscando a tientas recuperar la espada sin poder
apartar la mirada del monstruo alado; repentinamente éste se paralizó en pleno
vuelo antes de estallar en destellos y cenizas, dejando únicamente un
desagradable olor a basura quemada en el ambiente. Miré atónita a mí alrededor
descubriendo a Andrew varios metros más allá con una amplia sonrisa en un
rostro lleno de alivio y aún en posición de tiro.
Tomé aire y jadeé.
Volví a asir con firmeza la espada ignorando el dolor en mi
brazo herido, poniéndome de pie para ir a buscar otro enemigo. Andrew ya se había
echado a correr en mi dirección, cuando vi un demonio surgir de exactamente no
sé donde y abalanzarse sobre él.
—
¡Andrew, cuidado! —Grité
con voz estrangulada.
Corrí presionando a mis piernas a moverse más rápido; corría
tanto como podía pero el demonio fue más rápido.
Me detuve saltando hacia atrás cuando una columna de piedra se
desplomó delante de mí casi aplastándome por poco. El muro se volvió añicos
repartiendo trozos de mármol de todos los tamaños por todo el suelo, me cubrí
el rostro con los brazos cuando una nube de polvo chocó contra mí. Saboreé de
mala gana la tierra sobre mis labios secos y me restregué los ojos para
recobrar mi visión; abrí la boca en forma de “o” cuando vi como el demonio
tomaba a Andrew de una pierna y lo balanceaba antes de lanzarlo contra la
columna más cercana a ellos dos. Lo escuché soltar un alarido de dolor cuando
su cuerpo chocó contra la pared y luego se venía abajo como en cámara lenta;
miré anonadada y desesperada pero no era el momento de quedarme paralizada a
lloriquear sin saber que hacer, yo había decidido pelear y ahí estaba en medio
del infierno que apestaba a sus demonios. Salté las piedras más grandes que se habían
convertido en obstáculos y seguí adelante para enfrentarme al demonio que
desvió su mirada hacia mí, mostrando sus afilados dientes complacido de tener
una nueva victima.
Metí una mano en uno de de los bolsillos de mi pantalón y saqué
la última bomba de agua bendita de Sophie que me quedaba, no era como una
granada que explotaba quitándole el seguro, era diferente, me limité a lanzarla
contra el demonio acertando en su horrible y monstruoso rostro. La criatura se
echó hacia atrás rugiendo feroz y dolorida, percibí que salían unas volutas de
humo gris allí donde el tubo de vidrio se había roto; sin esperar a ver que más
sucedía me lancé hacia delante y clavé la punta de la espada en su pecho, una,
dos, tres veces antes de que explotara bañándome con sus cenizas.
Me quedé mirando en estado de shock el lugar donde la bestia
había desaparecido. Pegué un saltito al recordar a Andrew, recogí su arco del
suelo donde lo había dejado caer, era más pesado de lo que aparentaba; después,
corrí hacia el montón de escombros que dejaba ver parte del cuerpo magullado de
Drew boca abajo, sin moverse, no era una vista que me agradara, el estómago se
me contrajo sólo de pensar en la peor de las conclusiones. Me dejé caer al
suelo, a su lado. “Que esté vivo, que esté vivo” pensé quitándole de encima las
rocas y lanzándolas con furia lo más lejos que podía, como si ellas tuvieran la
culpa de todo. Lo tomé de los hombros y le di la vuelta, lucía fatal, el color de su piel estaba tan blanca
como el papel, contrastando con las magulladuras sangrantes y rojas, sus ojos
estaban cerrados como si durmiera y su ceño ligeramente fruncido como estuviera
teniendo una pesadilla, pasé una mano por sus cabellos ondulados que ahora
estaban grises llenos de tierra.
Soltó un débil gemido y suspiré de alivio.
—Mi
pierna… —balbuceó débilmente
sin abrir los ojos.
El corazón me dio un vuelco, nunca me había alegrado tanto de
escuchar su voz, es decir, se trataba de Andrew ¿cuántas veces me había
imaginado a mí misma lanzándolo por los aires, estrangulándolo, decapitándolo,
e incluso cortándolo en pedacitos? Incluso, tenía bonitas representaciones
gráficas de esos acontecimientos en la parte trasera de mis cuadernos de notas.
Daba la impresión de que había pasado una eternidad desde la última vez que nos
habíamos peleado. Había escuchado que la vida era como una montaña rusa, con
subidas y bajadas, pero en ese momento pensé, que era mentira. La vida no iba
de arriba abajo, sólo daba giros inesperados, no como en las montañas rusas,
sino como lo que es la vida realmente: una cuestión relativa sin comparación
alguna. Hace seis meses no se me habría ocurrido que el chico que me escupió
cruelmente en la cara que alguien como Engel Jackocbsob jamás se tomaría en
serio a una chica como yo, me salvaría la vida exponiendo la suya propia.
Mi mirada bajo de su rostro a su pierna derecha, apreté los
labios y contuve la respiración, tenía una
fea herida sangrante que se veía a través de una buena franja de su pantalón
roto, no sabía que era peor, si la forma extraña que ahora tenía su pierna o la
piel abierta mostrando el músculo, supurando sangre ¿Eso blanco era su hueso?
Me llevé la mano a la boca temiendo vomitar sobre él en
cualquier momento.
—
¡¿Qué?! —Gritó él sobresaltándome.
No me había dado cuenta que me había estado mirando— ¿Por qué la cara?
—Nada,
está bien… sólo… —pinché
con la punta de mi dedo el raro bulto donde no estaba la sangre y donde aún la
tela de la prenda desgarrada le cubría. Él gritó con ganas. —Me parece que está rota.
Soltó un suspiro que más bien sonó como un gemido.
— ¿Por
qué siempre soy yo quien tiene que salir volando por lo aires y terminar con
algo roto?
—Por
imbécil—mascullé.
Levanté la mirada paseándola rápidamente por la cámara para
asegurarme de que ningún demonio estuviera cerca. A la pelea de Engel y Valerie
se había unido otro demonio, por lo cual él ahora se encargaba de los dos al
mismo tiempo, pero era ágil peleando, como si fuera algo que hacía a diario y
que además, disfrutaba; antes de que apartara la mirada el otro demonio estalló
cuando Engel le atravesó el pecho con su mano y le sacó el corazón… repugnante.
Donde antes había estado el arco de la entrada, Liam, Katherine y Sophie
luchaban con cuatro demonios a la vez, les rodeaban pero no parecían tener demasiadas
dificultades para encargarse de ellos. Travis era el que se encontraba más
cercano a nosotros, luchando con el solo contra un demonio. Una oleada de
envidia me recorrió el cuerpo, me estaba perdiendo la acción… ellos peleaban mi
lucha mientras yo estaba allí mirando únicamente, pero no podía dejar a Andrew
allí, desangrándose, mientras yo descargaba mis deseos de exterminar demonios.
Le ayudé a sentarse apoyándose de mí, sin embargo, fue una mala
idea. El poco color que le quedaba a su piel desapareció cuando pudo ver su
herida, y en sus facciones se pudo apreciar el horror de lo que veía, ni
siquiera yo estaba segura de dónde sacaba el valor para no apartar la mirada de
la cosa desagradable, debía ser causa
del shock.
Unas arrugas cubrieron su frente mostrando su desesperación.
—Yo
puedo arreglarlo…—tragué
saliva.
—No,
escuchaste a Liam… —me
detuvo.
—Pero no
voy a dejar que te desangres—le
reté, —me salvaste la
vida dos veces en un día, es lo menos que puedo hacer.
Drew negó con la cabeza, sosteniendo mi brazo con firmeza.
—Al
menos respeta mi última voluntad—dijo
con gravedad, como si lo estuviera diciendo en serio.
— ¡No te
vas a morir, idiota! Es sólo sangre y un hueso roto. A todo el mundo le pasa…
Me mordí el labio inferior. Dudaba que todo el mundo pasara sus domingos peleando con una horda de
demonios, ya sabes, sólo para pasar el rato ya que los domingos son el día mas
aburrido de la semana. Andrew me miró alzando las cejas como si leyera mis
pensamientos y arqueó una ceja.
—
¿Necesitan ayuda? —Travis
llegó hasta nosotros.
Me volví hacia él, ahogué una exclamación de sorpresa al ver un
corte que cruzaba su mejilla derecha y un hilillo de sangre resbalaba por un
costado de su rostro desde su ceja izquierda.
—Estoy
bien—bufó interpretando
mi mirada. — ¿Qué
sucede aquí?
—Drew
tiene la pierna rota y…
— ¡Wow! —Exclamó Travis
dramáticamente cuando vio la herida—
¿Eso es tu hueso? Creo que tu carrera
como futbolista terminó, amigo. Has perdido tu única oportunidad de ir a la
universidad.
—
¡Travis no es momento para bromas!
—Sólo trataba de quitar la tensión al ambiente; Sophie lo dejará
como nuevo. —Capté un
tono soñador en su voz cuando pronunció el nombre de la chica. —Ya casi hemos terminado con
todos, esto resultó más fácil de lo que pensé…
Travis se quitó la chaqueta y la desgarró con una daga para
hacer con la tela un torniquete, de pronto parecía serio como si hubiera hecho
aquello cientos de veces.
—Sustituye
a Sophie… necesito que venga.
Asentí con firmeza. Recogí la espada del suelo y empecé a correr
en aquella dirección donde el pequeño conjunto de demonios, ahora tres,
rodeaban a mis amigos.
—Quédate
quieto—la voz de Travis
se quedaba atrás.
Andrew soltó un grito desgarrador que me puso los pelos de punta
obligándome a apresurarme. Dejé de escucharlos cuando el sonido de la batalla
se intensificó y llegué hasta ellos uniéndome al grupo justo al lado de Sophie
combatiendo con ella con el demonio que tenía delante,
— ¡Ve
con Travis! —alcé la
voz sobre el sonido del choque de mi espada con la piel dura de nuestro
oponente—Andrew te
necesita…
Sophie intercambió una mirada de curiosidad conmigo por una
fracción de segundo.
— ¡Ve! —le urgí—Yo me encargo.
La pelirroja asintió al notar mi desesperación, y usando sus
alas, elevó el vuelo para alejarse. El demonio rugió molesto y se volvió hacia
Sophie negándose a dejarla escapar; fruncí el entrecejo sintiendo una oleada de
enojo porque él actuaba como si yo no existiera: o era muy estúpido, o me creía
tan insignificante. Una de las reglas de combate que Liam me había enseñado,
era a aprovechar cualquier momento de distracción del enemigo, por lo que tomé
esa oportunidad para enterrar la espada entre un par de huesos —lo
definiría como sus omoplatos—
que sobresalían de la espalda del demonio. Saqué la espada de su cuerpo, bañada
en un líquido carmesí muy oscuro y viscoso, antes de que se volviera hacia mí
mirándome con ojos asesinos clamando venganza. La criatura se lanzó al ataque
aullando algo en un idioma desconocido, dio zarpazos al aire, uno de ellos me
alcanzó a la altura del abdomen rasgando la blusa y dejando un tajo poco
profundo a través de la tela rota que se mojó en mi propia sangre pero la
adrenalina impedía que pensara siquiera en ello, ni siquiera sentía el dolor o
esa sensación de ardor posterior a una herida recién abierta. Trataba de
alcanzar su cabeza pero era al menos medio metro más alto que yo, mi espada
sólo le alcanzaba hasta la altura del pecho.
El demonio se las arregló para despojarme de mi arma que salió
disparada un par de metros lejos de mí, como si fuera un simple y frágil
cuchillo de cocina. Miré anonadada mis manos vacías ¿Qué haría ahora? Me
pregunté desesperada ¿morderlo? Pero, antes de que decidiera la respuesta, una
cuchilla curveada salió del pecho del monstruo donde se suponía debía estar su
corazón, partiendo su piel por la mitad, éste abrió sus ojos rojos de par en
par, sorprendido y se desplomó en el suelo antes de estallar, cuando Katherine
retiró la lanza de su cuerpo.
La mirada de Kat estaba clavada en la cuchilla cubierta de
sangre, la observé para darme cuenta de que algo había cambiado en ella, su
rostro que era casi siempre como el de una esponjosa criatura tierna, ahora
estaba cubierto por una máscara de fortaleza y determinación, ligeramente
anonadada, como si no creyera que ella había hecho desparecer al demonio, como
si aún no pudiera comprender que era real y no un juego. Relajó su postura y
colocó la lanza en forma vertical apoyándola en el suelo, se limpió con el
dorso de la mano la frente sudorosa que quedó manchada como si hubieran pasado
una tiza oscura de lado a lado de sus sienes.
— ¿Aún
piensas que fue mala idea que viniéramos? —dijo
finalmente en tono jocoso.
Suspiré, por un momento había pensado que ya no quedaba nada de
la antigua Katherine, pero después de escuchar su voz como si nada hubiera
pasado, me di cuenta que simplemente había madurado un poco. Todos habíamos
madurado: Travis, Katherine, Andrew y yo.
Negué con la cabeza.
—Me
alegra que estén aquí—sonreí.
Aparté la mirada de mi amiga sólo para ver como Liam giraba
sobre sí mismo atravesando con sus alas el cuerpo del demonio con el que estaba
combatiendo como si fueran una afiladas cuchillas, las plumas blancas se
mancharon de esa oscura sangre pero el ser terminó hecho cenizas. Nunca había
imaginado que las alas podían ser utilizadas como arma, siempre las había visto
hermosamente estéticas, sólo parte de la indumentaria para ser legalmente
cercano a un ángel, o para volar por los cielos, pero aquello era mucho más
fantástico. Deseé tener unas y no envidiar las de los demás.
No logré apartar la mirada de Liam, observarlo me hizo
estremecer cuando un escalofrío recorrió mi columna al analizar los rasgos
impasibles y severos de su rostro, los músculos de sus hombros, brazos y torso
completamente tensos; era una imagen no del Liam severo que se dedicaba a
enseñarme algunos trucos, si no de un Liam letal, desconocido para mí. Mis ojos
se encontraron con los suyos, que estaban brillantes como la plata, como si sus
iris poseyeran luz propia irradiando tenacidad, fortaleza e ira. Él avanzó
hacia mí, y por alguna razón retrocedí insegura, asiendo firmemente la espada
en mi mano derecha, sintiéndome amenazada por uno de mis amigos.
— ¿Estás
bien? —dijo con
seriedad.
Sus dedos tocaron superficialmente la venda improvisada atada a
mi brazo y luego su mano subió hasta mi frente; el dorso de ésta se deslizó y
sentí el calor de su mano presionar en un punto que me provocó un punzante
dolor. Levanté la mirada alarmada y vi su mano manchada con lo que supuse era
mi sangre.
—Lo
estoy. —dije alejándome
otro paso de él. —No es
nada.
Su ceño fruncido se relajó y su mirada se volvió nuevamente
noble, sin ningún rastro de amenaza, de pronto, se había transformado
completamente de una criatura asombrosa y mortífera a un chico simple, sincero
y noble.
Sonreí.
— ¡Travis!
El alarido que llamaba con desesperación a mi mejor amigo hizo
desaparecer la tranquilidad que había llegado repentina y fugaz a abrazarme y
envolverme con alivio, obligándome a olvidar sólo por un momento dónde me
encontraba, a sentir que pronto estaríamos todos en casa, recordando dicha
batalla como una anécdota interesante para el resto de nuestras vidas. El
corazón me dio un vuelco y algo subió por mi garganta provocándome la sensación
de querer vomitar pero sólo era eso, una desagradable sensación, porque cuando
abrí mi boca lo único que salió de ella fue una exclamación ahogada por el
temor.
Mi cabeza giró precipitadamente haciéndome daño, mis ojos fueron
de un lado a otro, no había demonios, la sala estaba destrozada, en ruinas,
como si hubieran pasado siglos desde la última vez que los pilares de mármol
habían estado de pie, ó el mausoleo imponente esperando por algún sacrificio;
apenas quedaba rastro de eso, pues la mayoría de los pilares habían caído,
había escombros regados por todas partes, llamas ardían ligeramente en la
entrada de la cámara y las escaleras a la otra sala estaban resquebrajadas con
enormes huecos en medio como si un ser fuerte y furioso hubiera lanzado rocas
gigantes contra los peldaños.
Donde Travis había estado la última vez que le vi, sólo veía el
cuerpo de Andrew contra el suelo, desde allí parecía inerte, pero cuando
enfoqué mejor la vista noté que su pecho se movía irregular y rápido de arriba
abajo. Después, localicé a Sophie, no lejos de Drew, de pie vuelta en la
dirección contraria y frente a ella Valerie Jackocbsob sostenía a Travis con
una daga en su cuello. “No, no, no” pensé,
y el alma se me vino a los pies teniendo una sensación de dejavu. “Esto no puede estar pasando” No era el
mismo escenario pero la situación lo era y no me gustaba nada la conclusión que
en aquella ocasión había tenido.
Sin pensarlo dos veces, mis piernas se movieron automáticamente
y corrí tan rápido como si el mismo Gabriel me estuviera persiguiendo, salté
los escombros y esquivé otros cuantos para llegar allí, a lado de Sophie.
Valerie parecía fuera de si con los ojos abiertos de par en par fuera de sus
órbitas y aunque tenía el aspecto de un monstruo demente, cuando esbozó una
amplia sonrisa que mostraba todos sus dientes serrados, lució macabra.
Nos tenía donde quería y la vida de Travis estaba en peligro
pero él no parecía consciente de ello, en cambio, su significativa mirada
castaña reflejaba pena, pidiendo disculpas por haber sido tan torpe para que
Valerie lo tomara de rehén. Fruncí el ceño porque me molestaba que se echara la
culpa por algo tan estúpido, por algo que le hubiera podido pasar a cualquiera.
— ¿Vas a
matarme, Val? —inquirió
Travis entre dientes, escupiendo una risa estrangulada.
—No es
nada personal, cariño—musitó
ella y besó la mejilla de Travis—sabes que siempre me has encantado… de verdad,
pero si esta es la única forma de tener lo que quiero, así será.
—Por
favor, Vaethe… —dijo
Sophie con voz suplicante. Sufría.
—Tiren
todos sus armas al suelo—ordenó
mirándonos con sus feroces ojos rojos—
¡Que lo hagan!
Mi espada se deslizó súbitamente a través de mi mano y cayó con
un fuerte sonido metálico, miré, Sophie, y detrás de mí Kat y Liam también
estaban desarmados. Alejado de los demás, Engel se mantuvo impasible; fruncí el
ceño, repentinamente furiosa por su egoísmo.
—
¡Tíralas! —Le grité,
ordenándole. — ¡Matará
a Travis si no lo haces!
Engel puso los ojos en blanco y dejó caer su par de espadas,
intercambió una rápida mirada conmigo que le devolví con odio, a él no le
importaba Travis, sus ojos decían aburridamente que lo mataría de todas formas,
aunque hiciéramos lo que ella dijera. Yo sabía que era cierto pero no me iba a
resignar a perder a mi mejor amigo antes de haber luchado, ni siquiera debería
estar pensando en perderlo, no iba a pasar.
—Dime—dijo Valerie— ¿Cuánto vale su vida,
Zaphirel?
Para mí la respuesta era bastante obvia, para mí la vida de
Travis tenía un precio incalculable y ella lo sabía.
—Dime,
Sophiel—continuó en el
mismo tono de voz perverso—
¿Hasta dónde es capaz de llegar un ángel para proteger a su humano, o mejor
aún, a el amor de su vida? —Rió cuando captó la
expresión boquiabierta de Sophie. —Los
descubrí… ¿No está eso prohibido? Creo que a alguien le quitarán el orgullo, dicen
que la caída es tan dolorosa… espero estar allí para ver como tu propia miseria
te consume. —Volvió de nuevo a
mirarme—Entonces, te quedarás mirando o te entregarás de una vez.
— ¡No lo
hagas, Anne! —saltó
Travis.
La cuchilla de la daga de Valerie pareció hundirse sobre la piel
de Travis, y un hilillo de sangre resbaló por un costado.
— ¡No! —Grité dando un paso hacia
delatante— ¡Detente!
— ¿Te
entregarás?
Me mordí el labio inferior y por inercia miré uno a uno los
rostros de los demás. A mi derecha, Andrew tenía el ceño fruncido y los dientes
apretados, reflejando odio hacia Valerie y preocupación por Travis por encima
de su expresión dolorosa; Sophie ya no podía parecer un ángel tranquilo y
valiente, su entrecejo tenía un par de arrugas que reflejaban tanto dolor como
si fuera ella quien estuviera cautiva y no Travis, tenía los ojos vidriosos y
pesé que empezaría a llorar en cualquier momento, verla tan quebrada hizo que
un nudo apareciera en mi garganta. Al otro lado izquierdo Katherine tenía
dibujada un expresión conmocionada, su boca estaba abierta ligeramente en forma
de “o” y sus brazos abrazaban con fuerza su torso; Liam me miraba y negaba
lentamente con la cabeza, él no estaba del todo preocupado por Travis, odiaba a
Valerie por usarlo en mi contra, y en su mirada había un extraño brillo que me
decía que estaba pensando en un plan, que no tenía de que preocuparme; por otro
lado, Engel estaba cruzado de brazos, recargado contra uno de los pilares que
aún estaba de pie, aparentaba despreocupación y miraba hacia otro lado, como si
nada más le importara que observar las paredes, las rocas, cualquier nuevo
detalle que adornaba la cámara, era como alguien que estaba allí cuando debería
estar en cualquier otro lado haciendo cualquier otra cosa.
“No lo hagas” Su voz
profunda se abrió paso en mi cabeza, con seriedad. “La vida del humano no es nada comparado con lo que sucederá si lo
haces…”
— ¡No
dejes que ellos influyan en tu decisión, Zaphirel! —bramó Valerie haciéndome suponer que ella había
escuchado también lo que Engel había dicho. Aparté la mirada de él y la volví
hacia la chica. —Hagamos
esto en privado.
Por alguna razón volví de nuevo la mirada a Engel, en busca de
un consejo, en busca de ayuda, pero él ya no estaba. Y cuando giré nuevamente
mi cabeza hacia Valerie ella subía de espaldas los peldaños irregulares
arrastrando a Travis consigo.
Y todo lo demás ocurrió demasiado rápido.
—
¡Suéltame! —Gritó
Sophie.
Engel abrazaba por detrás a su hermana pequeña con tal fuerza
que ella no podía librarse por más que se esforzara.
—
Nephilim—dijo Engel
pero no me miraba a mí, se dirigía hacia Liam. —No
la dejes ir ¡Muévete!
Pero yo ya estaba saltando los escalones uno a uno. Sentía a
Liam detrás de mí corriendo, pisándome los talones; salté los últimos dos
peldaños y derrapé en el suelo de la sala, la sangre golpeaba mis oídos, mi
corazón martilleaba mi pecho y mis pulmones reclamaron aire. Respiré una
boqueada y me levanté del suelo de un salto sin evitar no mirar a mis espaldas,
esperando a Liam, lista para atacarla por meterse en mi camino, pero el suyo
había sido bloqueado por una barrera de fuego que empezaba en el ultimo
escalón, alzándose desde el suelo hasta el techo, como una cortina de llamas
naranjas por la cual podía ver sólo el rostro distorsionado y frustrado de
Liam.
—Los
híbridos deberían aprender que significa: privado—canturreó
Valerie, con diversión.
Aparté la mirada de Liam y me puse frente a ella, varios metros
más atrás. El calor de la barrera de fuego golpeaba mi costado, sofocándome; el
sudor ardiente recorrió mi rostro. Mis ojos estaban fijos en los de Travis, su
nobleza aún se reflejaba a través del miedo, intentando tranquilizarme pese a
no ser yo quien estaba con la garganta pegada al filo de una daga en la mano de
una desquiciada que vivía para matar.
“No te entregues, no por
mi” fue como si lo hubiera dicho en voz alta, pero sus labios no se habían
movido. Yo estaba dentro de sus pensamientos, los cuales eran tan intensos que
sonaban con demasiada claridad en mi cabeza.
¿Cómo se atrevía siguiera a pensarlo? No iba a dejarlo morir, no
iba a intercambiar su vida por la mía, era injusto, ni siquiera era el problema
de él. No obstante, mientras me enfurecía interiormente con Travis por siquiera
pensarlo, algo dentro de mí me decía que su muerte no era nada comparada con el
caos que se desataría si me entregaba, como lo había planteado Engel… aunque él
fuera el ser más inhumano y sin sentimientos que jamás había conocido.
“A veces debemos
sacrificar lo que mas queremos” Volvió a susurrar Travis en mis
pensamientos.
—No… —Respondí a Valerie. La voz salió quebrada, ahogada por el
nudo en mi garganta. —No lo haré… A veces, debemos sacrificar lo que más
queremos…
Las lágrimas desbordaron mis ojos que cerré con fuerza porque me
resultaba humillante que ella me viera llorar; las cálidas gotas resbalaron por
mis mejillas cosquilleándome la piel. Allá, al otro lado de la barrera de fuego
los gritos de Andrew, Kat y Sophie —aunque
no comprendía lo que decían—
apuñalaron mi corazón, les estaba arrebatando algo demasiado valioso para
ellos. “Es mi mejor amigo, el único amigo
verdadero que tengo” había dicho Andrew. El compañero de bromas de Kat
cuando Drew y yo nos volvíamos un par de ogros. La forma en que Sophie lo
miraba, su protegido… ella lo amaba incondicionalmente a pesar de ser un
humano, a pesar de que estaba prohibido.
— ¿Así
que no te importa lo que le haga? —dijo
Valerie entre dientes, evidentemente furiosa, sin estar de acuerdo con mi
respuesta.
“No importa lo que haga,
no cedas”.
Negué lentamente con la cabeza.
—Veremos
si cambias de opinión, Zaphirel. Abre bien los ojos porque el espectáculo no se
volverá a repetir.
Sus garras se cerraron sobre los risos castaños de Travis y
tiraron de su cuero cabelludo hacia atrás, él hizo una mueca de dolor pero
sonrió a su captora con calidez, sólo como Travis sabía hacerlo en los momentos
más difíciles, esa sonrisa que me había borrado la tristeza de la cara y secado
las lágrimas incontable cantidad de veces, no podía hacerlo ahora.
“Estaré bien” pensó
Travis con cierto humor. Quise gritarle “¡Nadie
está bien cuando muere!” pero me contuve, además las palabras no podían
salir de mi boca, me había quedado repentinamente muda.
Empezó a arrastrarlo en dirección a la barrera de fuego, cerré nuevamente
los ojos y abracé con fuerza mi dorso; los abrí de golpe cuando escuché a
Travis proferir un alarido de dolor a través de su mandíbula apretada. Ella,
sostenía el brazo de él obligando a que su mano derecha se mantuviera dentro
del fuego, luego la retiró y lo lanzó al suelo dónde él se retorció de dolor y
mientras lo disfrutaba dejó su daga allí hasta que ardió al rojo vivo. Se deslizó
encima de él como si estuviera seduciéndolo, lamió el cuello con la punta de su
lengua y lo apuñaló en el brazo haciendo que volviera a gritar, ésta vez con
mayor fuerza, luego lo apuñaló una vez más en el muslo izquierdo donde inició
un juego demencial retirando la daga y volviéndola a hundir en la carne de él.
Me maldije a mí misma ¿Cómo podía quedarme allí parada mientras
lo torturaba? ¿Por qué no podía sentir la suficiente debilidad para lanzarme
entre la daga y el cuerpo magullado de Travis? ¿Por qué no me sentía tan mal
como se supone que debía sentirse una persona que observa como asesinan a su
familia?
— ¿Aún
no es suficiente para ti, Zaphirel? —Se
detuvo. Soltó una carcajada amortiguada por los gritos de dolor de él— ¿Sabes, cariño? Siempre me
encantaron tus ojos… ¿Cuál te saco primero?
Alzó la daga en el aire.
— ¡No!
¡Ya basta! —grité
incapaz de seguir allí mirándolo todo sin hacer nada. —Haré lo que me digas, pero déjalo en paz, iré
contigo, no me opondré más a los planes de Gabriel… sólo, ya basta.
“¡N-no! - ¿No ves… que es…
lo q-que… quie-re?” Bramó Travis furioso y forzadamente como si
la capacidad de pensar se estuviese esfumando.
Valerie volvió a reír a carcajadas y se puso de pie con
elegancia echando sus negros cabellos hacia atrás.
—Perfecto
¿Ves que podíamos llegar a un acuerdo?
Asentí. La demonio me miró con cara de aburrimiento y dejó caer
la daga al suelo, el sonido metálico me hizo suspirar de alivio; Travis me
devolvió una mirada furiosa a través de sus ojos cristalizados, se había vuelto
demente si pensaba que iba a dejar que la psicópata esa siguiera torturándolo.
—Lástima—dijo quedamente Valerie en
tono seductor, no me miraba a mí, lo miraba a él—que
seas protegido de el ángel que más odio,
lástima que la hayas preferido a ella antes que a mí… lástima…
— ¿Qué
quieres decir? —elevé
la voz.
Valerie sonrió, en sus ojos había una chispa de profundo odio
que no tenía nada que ver con el odio que ella siempre había sentido hacia mí,
era otra clase de odio, algo peor.
—
¡Vaethe, déjalo a él, tu problema es conmigo, no con Travis! —la voz de Sophie se alzó
fuerte.
Sophie estaba justo al otro lado de la barrera de fuego y Engel
sosteniéndola de la muñeca para que no avanzara más de lo que ya lo había hecho,
veía sus rostro deformados a través de las llamas que en realidad daba la
impresión de que formaran para de los cabellos de Sophie, los ojos verdes de la
chica deslumbraban como linternas traspasando la barrera sólo con su mirada,
presenciando lo que Valerie le hacía a Travis, siendo víctima de la impotencia
de no poder hacer nada mientras veía como él era torturado. Valerie odiaba a
Sophie y su forma de dañarla a ella era matando a Travis, esto no tenía nada
que ver conmigo, yo era únicamente una excusa pobre, el verdadero motivo era
Sophie. Ella nunca había pensado dejarlo vivo aunque yo aceptara el trato, su odio
hacia el ángel era más fuerte que su lealtad hacia Gabriel. Tenía sentido… no,
en realidad no; sólo era sólo una bestia furibunda, cuya razón se había nublado
por el odio.
Valerie se puso de pie al darse cuenta que Sophie estaba del
otro lado, dispuesta a intercambiar su lugar con el de Travis, la chica dibujó
una expresión en su rostro como si lo estuviera contemplando y se volvió con
aire resuelto hacia la cortina de fuego, poniéndose delante de Sophie con las
llamas interponiéndose entre ambas. Sabía que tenía que aprovechar esa
oportunidad aunque no tenía un arma, no tenía esa maravillosa espada contra
demonios y ya no me quedaba nada más de lo que Sophie me había dado, tampoco
había ninguna salida. Busqué algo, lo que fuera que pudiera usar contra Valerie
o que sirviera para matarla… estaban, por supuesto las cadenas con las que
Engel y Liam habían sido prisioneros, pero eran demasiado cortas y estaban
atadas al suelo, imposible…
La discusión entre las hermanas de Engel sonaba como un zumbido
en mis oídos, no estaba segura sobre que discutían, probablemente sobre el odio
que una le tenía a la otra, pero cuando Sophie me vio avanzar silenciosamente
hacia Travis, adivinando mis intenciones de hacer algo, distrajo a Valerie
prolongando más esa absurda discusión. Valerie sólo estaba fuera de sí con la
enfermiza cólera apoderándose de ella como para prestar atención a nada más.
Cuando Travis me vio abrió mucho los ojos, negó precipitadamente
con la cabeza y yo dejé caer el dedo índice sobre mis labios sin hacer ningún
ruido. Le miré, el corazón se me contrajo y sentí el estómago revuelto, estaba
sangrando y sangraba mucho, de su piel siempre durazno había huido el color y
tenía una expresión de dolor y como si se esforzara en mantener los ojos
abiertos, respiraba agitadamente como si eso simplemente le costara mucho
trabajo.
Entonces me sonrió, una débil y triste sonrisa. “¡Deja de sonreír por una vez en tu vida,
idiota!” pensé despernadamente.
“Estoy bien, estoy bien” pensó
él con optimismo.
“Tengo que… tenemos que
salir de aquí, como sea” Y luego cuando vi su expresión añadí “No pienso dejarte aquí con esa arpía
desquiciada”.
De pronto algo brilló en el suelo, reflejando débilmente el
fuego en su hoja de metal oscuro la daga de Valerie estaba allí, esperando que
la usara. Contuve la respiración, como si cualquier leve suspiro me delatara,
podía escuchar los latidos de mi corazón golpearme los oídos con la potencia de
un tambor, podría jurar que la misma Valerie era capaz de escucharlo con la
misma claridad que yo, de sentir mi miedo, mi coraje, de adivinar mis planes;
cerré mi mente para que no pudiera escuchar mis pensamientos como si se los
gritara en el oído.
Así con firmeza la daga, controlando los temblores de mi mano y
me lancé contra la espalda de la chica, enterrando toda la hoja en su omoplato.
Ella soltó un grito y con su mano, a tientas, buscó mi cabeza tomándome del
cabello para quitarme de encima suyo, como un desagradable bicho que se adhiere
a los tejidos de un jersey.
—
¡Maldita zorra híbrida!
Valerie rugió furiosa y me puso delante de ella sin soltarme,
tirando de mis cabellos como una vieja muñeca, con su otra mano intentó
quitarme su daga pero yo la sostenía como si estuviera pegada a mi mano.
Forcejeamos y fue evidente quien era más fuerte; no era yo. Finalmente
logró despojarme de la daga y esperé que me apuñalara con ella pero no sucedió.
Me tomó del cuello provocándome un dolor asfixiante, su figura se tornó borrosa
frente a mis ojos, arañé la mano con la que me sostenía, mis pies dejaron de
tocar el suelo y luego me lanzó contra la pared donde mi cuerpo chocó. Escuché
el sonido propio de mis huesos crujir aunque tal vez fuese mi imaginación, o
simplemente había sido el mismo sonido amortiguado de mi cabeza cuando chocó
contra la pared de piedra. Caí de bruces al suelo y traté de levantarme, al
instante, todo dio vueltas y volví a caer al suelo saboreando la tierra. Tomé
boqueadas de aire llenando con desesperación mis pulmones y me llevé las manos
al cuello, allí donde sus uñas habían presionado con fuerza, sentí la piel
caliente aún por su tacto.
Y, entre una nube emborronada de figuras y colores, la vi
abalanzarse sobre Travis. Su mano se alzó en el aire, y tal cual pareciere una
pesadilla, sus uñas de princesa crecieron como cinco largas y delgadas
cuchillas afiladas que dejó caer sobre el estómago de Travis.
El tiempo pareció detenerse allí, el suelo desaparecer; una
fuerza invisible me jaló hacia el centro de la tierra y los sonidos se
amortiguaron con los latidos cada vez más fuertes de mi corazón, que después de
haberse detenido también, volvió a latir. El ambiente carecía de aire
respirable y no tenía nada que ver con la sensación asfixiante de momentos
atrás, era otra clase de asfixia, una donde el aire era denso y pesado como la
roca, sofocante e insoportable.
— ¡NO! —por fin escuché que un grito
que desgarraba mi garganta, salía cuando Valerie retiraba sus garras
ensangrentadas. —
¡TRAVIS!
No podía moverme, mi cuerpo no me respondía, todo se oscurecía lentamente
y yo solo luchaba por mantenerme consciente, arrastrándome en el suelo sobre
tierra y escombros, de manera miserable y penosa. Tenía que llegar a él, tenía
que curar todas sus heridas sin importar lo mucho que doliera, sin importar que
eso mismo terminara conmigo. Era Travis.
Mi mano alcanzó la suya y la apreté con fuerza, él devolvió el
apretón con debilidad absoluta. Mo sabía si sentir alivio porque aún estaba
vivo, o desesperación porque su vida se esfumaba entre mis manos. Era mi
familia, la poca familia que me quedaba, mi hermano aunque por nuestras venas
no corriera la misma sangre. Lo quería, yo lo quería de verdad.
Logré ponerme de rodillas restregándome los ojos quitándome de
encima las lágrimas que me impedían verlo con claridad.
—Trav…
por favor, por favor… —supliqué
con voz quebrada—no… no
me dejes… quédate conmigo.
Mis manos se posaron con delicadeza sobre la herida que parecía
escupir sangre incontrolablemente, mis manos se mancharon de rojo y cerré los
ojos concentrándome de la misma forma que lo había hecho cuando había curado el
brazo de Drew en el aula vacía, sólo tenía que hacer eso: concentrarme. Si tan
solo mis brazos dejaran de temblar, si tan sólo dejara de pensar que Travis se
moría.
El calor ardió en mis manos, el dolor perforó mis entrañas y apreté
los labios para no gritar hasta el dolor se disipó y abrí los ojos esperanzada,
pero la herida seguía allí, sangrando, abierta. Lo intenté de nuevo cuando el
resplandor que salía de mis propias manos se apagaba descubría horrorizada que
no funcionaba, que no iba a funcionar. Era porque yo estaba defectuosa ¿Verdad?
—Anne…
no… —musitó Travis
apenas audible. —no
dejes… que él… gane…
— ¡No me
hables así! —Grité
furiosa entre lágrimas que ya no dejaban de desbordar mis ojos, como si el
final hubiera llegado de verdad—
¡No te vas a morir! ¡No puedes!
—Ven…
por favor…
Vacilé, no quería que me dijera cosas que sonaran a despedida,
no quería que me dijera adiós ni quería decirle adiós, era mi amigo, sólo tenía
diecisiete años, no se podía morir, no era justo, no lo era, allí dentro de ese
cuerpo ahora tan frágil, había gran energía que anhelaba emerger, en su tórrida
mirada de caramelo, había sueños… estaba mal que personas como él se fueran
para siempre. Pero él insistió que me acercara y lo hice con pesar, aparté uno
par de risos enmarañados de su frente sudorosa y me incliné hacia él
escondiendo su rostro en su pecho, llorando como una tonta, llorando sin poder
parar.
—Te
quiero… —dijo y sentí
la risa débil en su pecho.
—Yo…
también te quiero… te quiero mucho… no quiero que me dejes, Trav. No tú.
Me aparté un poco para verlo sonreír débilmente, acercó su mano
y puso la punta de su dedo índice sobre la punta de mi nariz, abrió la boca
para decir algo más, pero sus labios se mancharon de sangre y entonces su mano
cayó al suelo, sin fuerza como la de una marioneta a la que le han cortado los
hilos. Un ser sin vida.
— ¿Trav?
Sus ojos estaban abiertos mirando al vacío, ya sin expresión,
con el último atisbo de su sonrisa desvaneciéndose.
—Travis—lo llamé moviendo su cuerpo
que se negaba a responder—
¡Travis!
Dicen, que cuando estás a punto de morir, toda tu vida
transcurre delante de tus ojos… en mi caso, sabía que estaba viva, quizás más
viva que nunca, sin embargo una vida pasaba rápidamente delante de mis ojos,
una vida feliz, llena de sonrisas, de alegrías, carente de lágrimas y penas.
Travis Wright había tenido una muy buena corta vida… Travis Wright ya no
volvería a sonreír para mí, para nadie. Mi mejor amigo se había ido para
siempre.
Fue como si el mundo volviera a existir alrededor, Sophie
llamaba a Travis a lo lejos y maldecía a Valerie entre un llanto desesperado,
Andrew y Katherine estaban arrodillados junto al cuerpo de Travis, Drew
abrazaba a Kat con fuerza protectora y ambos lloraban en silencio, el dolor en
sus rostros me hizo sentir culpable…
Algo en mi corazón llameó, me restregué las lágrimas aún con el
nombre de mi mejor amigo atorado en la garganta pero algo diferente ascendía,
algo quemaba dentro de mí como fuego, una serpiente en llamas moviéndose e
inyectando ira en mis venas en lugar de veneno. Miré alrededor, Engel estaba
sobre el último escalón sujetando a Sophie con fuerza, su rostro estaba sereno,
serio y lo odié por su estúpida indiferencia. Liam estaba inmóvil aún donde su
paso había sido bloqueado, mirándome con gravedad, y allá, lejos, caminando
despreocupadamente con sus andares de modelo Valerie Jackocbsob se alejaba.
Cerré mis manos en puños y empecé a
caminar, no podía venir y mi matar a mi amigo e irse como si nada
hubiera pasado, no podía llegar y arruinarnos la vida a todos sin pagar por
ello.
Bajé uno a uno los escalones, pasé tranquilamente a lado de
Engel y seguí descendiendo con la mirada clavada en ella.
—Nephilim,
detenla—dijo Engel. Sin
inmutarse.
Liam pareció salir de una ensoñación extraña y se acercó a mí,
rodeándome con sus brazos fuertes.
—Suéltame—le pedí, atona.
El dijo algo que no entendí o que no quise escuchar. Realmente
no era consciente de mis acciones, mi cuerpo parecía moverse automáticamente
por una fuerza desconocida. Me liberé de Liam de una manera que no estuve
segura como ocurrió, primero estaba allí, siendo retenida por órdenes de la
persona que había traído el infierno a mi vida desde que apareció por primera
vez en ésta, y al siguiente instante, recogía mi espada del suelo y corría en
dirección a Valerie.
Cuando se dio cuenta que la seguía se volvió y soltó una
carcajada.
—Si no
pudiste antes ¿Qué te hace pensar que podrás ahora? —soltó con sorna.
No lo sabía. Sólo sabía que había algo más, algo que se removía
furioso dentro de mí, que convertía el dolor en fuerza, el odio en algo
muchísimo más superior, la tristeza en poder.
Y, aunque Valerie pareciera tan segura de sí misma, se alejaba caminando
de espaldas, se alejaba de mí. La vi saltar dentro del agua que rodeaba al
mausoleo y desapareció; sin pensarlo dos veces me detuve en la orilla y me
lancé al fondo.
Para mi sorpresa el agua se extendía por debajo de la cámara
como un lago subterráneo, que parecía no tener fondo, donde mi mirada perdía la
claridad del agua, la negrura se expandía como en el fondo del mar. El agua
helada caló en mis huesos y quemó mis heridas abiertas pero se sentía bien
después de todo. Nadé abriéndome paso entre las aguas pero no había un rastro
hacia donde ir, podría haber ido a cualquier parte, me dije. Miré en todas
direcciones pero Valerie había desaparecido y lo que me quedaba de razón, me
decía que saliera de allí, que el lugar era tan infinito que nunca lograría
encontrarla antes de que el oxígeno se agotara.
Con frustración, solté la espada dejándola que callera libre a
través del agua, que llegara al fondo, si es que había uno, era inútil. Di
media vuelta para volver y nadé hasta la única entrada de luz que tenía forma
de media luna a pesar de que visiblemente desde arriba parecía un círculo
enorme. Decepcionada emergí a la superficie respirando el aire de allí afuera.
Me preparé para impulsarme hacia afuera cuando algo desde dentro del lago, jaló
mi pierna y me obligó a regresar al agua. Tragué el líquido y éste empezó a
quemar mis pulmones, contuve la respiración, el agua golpeaba ferozmente mis
oídos produciendo miles de sonidos apabullantes y por más que nadara tratando
de alcanzar la superficie, mi cuerpo más se hundía, miré hacia abajo,
descubriendo con horror que Valerie jalaba de mí, sonriendo triunfalmente.
Miré con anhelo la media luna que se distorsionó cuando alguien
más saltó dentro.
Engel nadó hacia mí y tomó con fuerza mi mano tirando de mí hacia
el lado contrario que Valerie, negué con la cabeza, me estaban haciendo daño,
partirían mi cuerpo en dos si seguían tirando cada quien por su lado, ambos
eran demasiado fuertes. Engel pareció comprender lo que decía mi rostro y me
soltó. Entonces, nadó hacia Valerie y le propinó un golpe con el puño cerrado
en la mandíbula, me pregunté si sería el mismo efecto bajo el agua, no me
detuve a averiguarlo porque cuando la chica me soltó empecé a alejarme, nadé de
vuelta hacia la media luna, me detuve antes de llegar observando como Engel y
Valerie peleaban, quizás él necesitara ayuda, pensé preocupada, pero me recordé
inmediatamente que no debía volver a sentir cualquier cosa por él, que lo que
sea que le pasara se lo tenía bien merecido, sin embargo una punzada en mi
pecho me dijo que no podía dejarlo, me acaba de salvar la vida… aunque me la
hubiera tratado de quitar en incontables ocasiones. Descubrí que no dejaba de
sentir cosas por ése malnacido cuando ella lo hirió en el pecho y sentí una
punzada allí donde estaba mi corazón al ver la sangre disolviéndose en el agua…
Moví mis pies y mis brazos hacia ellos; algo se aferró a mi
brazo derecho deteniéndome, girándome y haciéndome ir en lado contrario. Liam estaba
alejándome de Engel... como debía ser,
acepté firmemente en mi fuero interno.
Tomé aire y escupí agua cuando me sacó del lago y me dejó
tumbada en el suelo del mausoleo, me puse de rodillas con la mano en el pecho y
la vista pendiente de que alguien más saliera de allí, de que Engel volviera,
pero el tiempo pasaba y mi atención se vio interrumpida cuando alrededor, por
todos lados, figuras aladas aparecieron en la sala. Eran demasiados, varias
decenas de ángeles de alas plateadas reunidos allí, armados y protegidos con
armaduras de plata pulida, algunos tenían heridas, claros signos de batalla,
sin duda, nada que pareciera serio.
La primera de ellos que se movió fue un ángel de cabellos rojos,
subió las escaleras a toda prisa, incluso en la distancia, la reconocí como
Eleanor. En otras circunstancias habría pensado: estamos salvados. Pero sólo
pude mirar a Liam que también observaba estupefacto a los ángeles, con la boca
ligeramente abierta.
Estamos condenados, pensé. Me puse de pie y él se acercó a mí y
me abrazó, plegó sus alas cubriéndonos a ambos con ellas como si fuera una
sábana de algodón, suave, cálida y protectora, la sensación era agradable pero
deseé que no lo hubiera hecho porque el acto llamó la atención de los ángeles
que se volvieron hacia nosotros, advertidos por el susurro batiente que las
alas habían proferido.
Por alguna razón los ángeles me aterraban más que los demonios y
esa paz que ellos emanaban con su presencia me inquietaba.
Un ángel, éste, de alas doradas, cabellos y ojos castaños, se
abrió paso entre los demás, era tan hermoso como lo eran sólo los ángeles, su
mirada por un momento me recordó a mi padre, algo en él me hacía pensar en
Leonel pero al mismo tiempo me incitaba a salir huyendo, a volver a lanzarme al
lago.
—Zaphirel—pronunció mi nombre con voz
suave, incluso dulce. Me estremecí. —Azthariel.
Fruncí el entrecejo ligeramente confundida, levanté la cabeza
mirando a Liam, asintiendo, luego volví hacia el ángel de las alas doradas; en
ese momento ya todos nos miraban, éramos el centro de atención de los ángeles,
algunas expresiones eran indiferentes, otras tranquilas, unas más de temor y
había otras incluso que expresaban odio oculto bajo el asombro.
—
¡Michael! —una voz
conocida se alzó rompiendo el tenso silencio que se había formado.
Juliette se abrió paso entre los ángeles, empujando a aquellos
que no querían moverse de su lugar, o incluso a los que se interpusieron entre
ella y Michael. Ella vestía completamente de negro, botas altas, pantalones y
chaqueta negros de cuero que resaltaban su figura, tenía el cabello recogido en
una cola alta y en su mejilla había un corte profundo con sangre seca.
— ¡No
voy a dejar que te los lleves! —Sentenció
autoritariamente—Ellos
no han hecho nada que rompa las reglas.
Michael sonrió y miró a Juliette indulgentemente. Por un momento
pensé que se estaba burlando de ella, pero luego me di cuenta de que era una
sonrisa sincera, aunque eso hubiera sido también un engaño.
—No he venido
por ellos, no por ahora, mi querida Juliette Warthforc. —dijo Michael con serenidad. Algunos ángeles
parecieron decepcionados—
sólo tenía curiosidad. He escuchado tanto sobre tu sobrina, que cualquiera
podría llegar a sentir curiosidad. Lo cierto es —continuó,
la sonrisa dejó de iluminar su rostro—que
los Nephilim son una raza que no debería existir, el consejo ha de determinar
el destino de Zaphirel y Azthariel, sin embargo hoy no. No es correcto
arrebatar un par de amigos más…
Sentí una nueva punzada en el pecho recordándome lo que había
sucedido y que por un momento había olvidado, mi abrazo se volvió más fuerte
sobre Liam.
“Lamento tus pérdidas,
Zaphirel—la voz de Michael resonó en mi cabeza como si lo hubiera dicho a
mi oído. —Y, te agradezco sinceramente la
valentía que has demostrado”.
Michael tenía toda la apariencia de un ángel, bondadoso,
benevolente, superior y puramente bello, pero, las impresiones que tenía de
ellos, de todos no eran muy buenas, quizás sólo sentía agrado por Sophie y
Eleanor, pero los demás me provocaban miedo, repudio, me parecían
suficientemente egoístas y autoritarios para sentir agrado alguno.
La sonrisa en los labios de Michael se amplió y sus en sus ojos
castaños brilló una chispa de algo que no reconocí.
—Juliette,
agradecemos la intervención del clan Warthforc—dijo
con solemnidad. —Nos
pondremos en contacto con el arcano mayor del círculo.
Los músculos de Juliette se tensaron, pero se limitó a asentir y
con esa señal los ángeles se evaporaron en el aire, quedando solamente un grupo
reducido. Entre ellos reconocí a Eleanor y a Dariel. Miré a Juliette y luego el
arco de la entrada por donde había venido, allí, congregados en un grupo
reducido había otras personas que nos miraban atónitos a Liam y a mí, personas
que no eran ángeles ni demonios en sus disfraces humanos, eran realmente seres
mortales simplemente uniformados de negro, hombres y mujeres de mediana edad
con expresiones duras.
El frío volvió a golpearme cuando las alas de Liam se alejaron
con su calidez protectora. Me estremecí y él apretó más su abrazo. Los
recuerdos y los sentimientos que estaban siendo reprimidos por el temor a los
ángeles volvió, como si las alas de Liam hubieran sido una burbuja protectora
que repelía todo lo malo, ahora que no estaban, el peso de todo volvió a recaer
sobre mí, no obstante, me noté apreciando la muerte como algo natural, el
sacrificio como algo necesario, el llanto
como sinónimo a la debilidad.
Miré con indiferencia el agua apacible a nuestros pies, el lago
tranquilo y sereno, sabiendo que sus aguas habían sido la tumba de uno de los
seres más repugnantes que había conocido en mi vida, mismo ser asqueroso que de
alguna manera incomprensible yo seguía amando, pero que dicho amor iba muriendo
lentamente, como él. Engel Jackocbsob no volvería a molestarme, me dije
mientras mis rodillas golpeaban el suelo cuando mis piernas ya no fueron
capaces de sostener mi peso. Engel Lyzander Dimitri Jackocbsob, como lo conocí,
me dije, es parte de mi pasado.
—Anne—susurró Juliette— ¿Qué sucedió?
Mi cabeza se movió lentamente de un lado a otro.
— ¿Dónde
está Sophie? —pregunté
súbitamente. Debía ser duro para ella haber perdido a Travis y posteriormente a
Engel, que a pesar de todo ella lo quería.
—Salió
corriendo cuando Diemth la soltó para ir por ti—Respondió
Liam con suavidad. —Se
fue.
¿Había ella huido de los ángeles? Me pregunté ¿De que su familia
la viera desobedeciendo sus órdenes? ¿De qué Michael y los demás ángeles la
vieran aliándose con un par de Nephilims y un hermano medio demoniaco? Sí, lo
mejor era que se marchara, no quería que perdiera sus alas por mi culpa, no
Sophie, ella no lo merecería porque había sido más buena que muchos de los
ángeles que simplemente veían superficialmente a los demás, juzgando entre lo
que es bueno y lo que no según su criterio.
—Ahora
no, Robert… —escuché
que suspiraba Juliette cansinamente al mismo hombre de facciones duras y escaso
cabello que había enfrentado en el vestíbulo. —no
es el momento, hablaremos de ello cuando el círculo esté reunido, pero ahora
no.
—Bien—respondió Robert no muy
convencido— ¿Qué
haremos con los humanos? ¿Y con el cuerpo del muchacho?
Capté la mirada nerviosa de Juliette, por su expresión pude
adivinar que quería evitar el tema pero
que de todas formas era imposible. Me puse de pie apartando las manos de Liam
de mis hombros y caminé hacia el tal Robert que sin conocerlo, ya se ganaba mi
desprecio.
— ¡Travis
no es un animal para que hables de él como si tal cosa!—dije furiosa. —Y
a los “humanos” no les vas a hacer nada, porque son mis amigos y los defenderé
como…
— ¿Cómo
hiciste con el otro? —una
nota cruel tensó las palabras del hombre—A
diferencia de ti, Nephilim, nosotros protegemos humanos, no los enviamos al
matadero para que los demonios pasen sobre ellos antes que sobre nosotros.
—
¡Robert! —exclamó
Juliette escandalizada. —Liam,
por favor… llévatela de aquí.
Liam llegó por detrás y me sostuvo los brazos como si temiera
que empezara a golpear con mis puños a Robert, aunque debo admitir que no me
faltaban las ganas de hacerlo. Odiaba la forma en que hablaba, como me miraba y
como miró a Liam, como si ambos fuéramos cucarachas de las que se quería librar
lo antes posible.
— ¡No!
¡No me quiero ir! —Protesté—suéltame
Liam.
Pero Liam apretó su agarre sobre mis brazos y ya me arrastraba
por allí, alejándome.
—Por
favor, Annette, no lo compliques más. —me
reprendió mi tía.
—Pero
¿Qué va a pasar con Travis? ¿Andrew y Katherine?
—Yo me
encargaré, confía en mí. —Prometió.
—Hablaremos más tarde…
intenta descansar.
Sin más, entre las protestas de Robert, Liam me abrazó con
fuerza y la sala de armas desapareció en una lluvia de colores, cerré los ojos
y cuando la sensación de vértigo desapareció sustituida por la presión de ser
arrastrada hacia el centro de la gravedad, los abrí. Cualquiera que fuera el
lugar estaba completamente oscuro sin embargo, bastó una simple ojeada para
reconocer mi habitación. La única luz que había era la que se filtraba por la
ventana a través de unos mortecinos rayos plateados de una luna cubierta
ligeramente por nubes púrpuras, estrellas escondidas queriendo emerger de la
noche tormentosa, árboles meciéndose con la brisa nocturna de las primeras noches
de la primavera.
—Deberías
ducharte—sugirió Liam. —Estás echa un asco.
Estaba segura de que tenía razón, pero el no estaba cerca de
parecer un pulcro caballero, estaba hecho un desastre, cubierto de cenizas de
demonio impregnadas a su piel con el sudor y la sangre, sus cabellos rubios no
se diferenciaban de los mechones castaños y tenía una barba de varios días que
le hacía parecer varios años mayor, antes lo había calificado como un vago pero
ahora, era un como un indigente cualificado, con los pies descalzos, incluso
sus pantalones (que era la única prenda que llevaba encima) estaban rotos.
—Bien,
ambos deberíamos ducharnos—dijo
cuando captó mi mirada crítica.
Acarició con suavidad mi mejilla y salió de la habitación sin
cerrar la puerta, escuché como se movía en la oscuridad y entraba en la
habitación para invitados. Sin encender la luz saqué una muda de ropa limpia y
me metí a duchar. Me deshice de las inservibles ropas tirándolas al cesto de la
basura y tomé una ducha reconfortante de agua caliente que me pareció más corta
de lo que había sido. Cuando volví a la habitación Liam estaba recostado
tranquilamente sobre mi cama, limpio con una camiseta negra y unos holgados
pants azules, se había afeitado y sus muñecas estaban cubiertas por unas vendas
que le daban un aspecto interesante y deportivo en lugar de magullado, no
obstante seguía sin usar zapatos.
—Creo
que es la última vez que tomaré un trabajo de niñero—comentó a modo de broma. —la próxima cuidaré perros.
No reí, no tenía ánimos de eso. Me acomodé en la cama, aunque el
cansancio estaba matándome no podía cerrar los ojos sin ver a los demonios
abalanzarse sobre mí, sin ver a Valerie torturando a Travis, sin ver la última
sonrisa de él.
—Odio
los perros—chasqueé de
mala gana. —sobre todo
los perros de los Jackocbsob…
Instintivamente miré mi brazo derecho, a pesar de que había una
venda cubriéndola, la sangre había logrado formar dos alargadas manchas
deformes sobre la tela. Liam se percató de mi vacilación y miró, me quitó la
venda cuidadosamente y miró la herida, me gustaba pensar que no se veía tan
mal, pero ciertamente era fea, dos cortes profundos que empezaban a tornarse
rojo oscuro, reprimí las ganas de vomitar. Él dejó caer su mano suavemente
sobre los cortes y una tenue luz iluminó por un momento la pieza cuando empezó
a curar la herida, había olvidado esa sensación de estar quemando directamente
por dentro y después la ausencia del dolor, de todo.
Luego me puso un vaso con agua en una mano y una tableta pequeña
de color blanco en la otra, arqueé una ceja.
— ¿Me estás drogando?
—Si, deberías descansar.
—No quiero dormir… No puedo
—Anne —suspiró apretándose con fuerza el puente de la
nariz—estoy muy cansado y no quiero irme a la cama pensando que mientras duermo
saltarás por la ventana de la habitación para meterte en algún lío.
Sentí una punzada en el pecho y en lugar de protestar ofendida
tomé la pastilla y un gran trago de agua, ciertamente todo aquello no hubiera
sucedido si yo no hubiera “saltado por la ventana” en la noche, me parecía que
habían transcurrido mil años desde la noche del baile, desde que había pensado
que podía escaparme con Engel al otro lado del mundo y vivir felices por siempre.
Noooooooooooooooooooooooooooooooooooo. Chris...!! por que hiciste eso??? que hiso el para terminar asi??? ahhhhhhhhhhhhssssss odio a Valerie..!!
no quiero saber nada de esa perra que no sea que la haces sufrir muy lenta y tortuosamente..!! ya no se que esperar...!! ME TIENES MAL.!!! hay que esperar mucho para el proximo capitulo? bueno .. aunque contenta de que pùblicaras tan pronto..!! me dejo muy triste que muriera Travis..!! hasta casi el final pense quye seria Drew y yo estaba bien con eso..!! pero Travis??? bueno..!! apesar de todo eso..! el capitulo estuvo GENIAL..!! asi que siguela pronto Chris...!! un beso..!! :p
Att: Andreina Cedeño..!!
Christopher Alexander Que has hecho como se te ocurre matar a Travis...?? oye llore no es posible que el muera el tan lindo tan buen amigo porque lo mataste..?? pobre sophie me da tristeza por ella odio a Valerie mas de lo que ya odiaba por matar a Travis, que paso con Engel el no puede desaparecer haci como haci espero con ansias el proximo capi porfa pubicalo pronto sin nada mas que decir te quiero un beso hasta luego =)
por favor dime que va a revivir o algo por el estilo no puede ser que muriera!!!
ohh..noooo...no puede ser ke travis murieraa...pense ke otro moriria..pero jamas eel..porque eeel?? no puedo creerlo...odia a la maldita perra de valerie maldita perra..ojala que sufra de la manera mas horrible que pueda existir... pobre sophie... oh ya quiero saber que va a pasar en el proximo capitulo..ojala puedas actualizarla rapido..me quede con muchisimas ganas de saber que va a pasar con la hermosura de Engel ... no puede ser que se ahiga desaparecido de la nada...ah actualizala pronto porfa...me encanto este capitulo..sos genial .. :D
Como siempre intrigas tras intrigas. Me encanto. Annette, Travis, Kat, los chicos están cambiado mucho al igual que la novela, y a pesar de no ser lo más esperado, es lo mejor, también me hace sentir lo mismo que Annette hace siglos que fue el baile de Halloween, no sé qué decir…respecto al próximo final, pase lo que pase no pongo en duda tus habilidades y sé que será excepcional. Espero con las mismas ansias incontrolables de siempre. Este ultimo me ha dejado mucho que pensar…Magnifico.
Saludos.
Cris,
Luego de años siguiéndote veo que ya sólo te queda por publicar un capi y el epílogo..... cuando lo publicarás?? eres muy cruel en tenernos de los nervios para conocer el desenlace de tu primer libro.
Quiero felicitarte, me he tenido que leer todo de nuevo porque luego de "años" se olvida la trama jajaja, pero ya me puse al día y espero que no pasen años para leer lo último que queda. Es excelente, me encanta como escribes, los detalles, todo, haces que nos adentremos a la historia, como si fuéramos un personaje invisible.
Sobre Travis... apoyo al resto que ha comentado, ya que lo has matado (que no estoy de acuerdo, pues entonces para qué era la encuesta de elegir a que uno muriera?? o aún matarás a alguien, eh?) Pero... como esta historia hay ángeles, deberías revivir a Travis, es demasiado bueno para no continuar en tus próximos libros, dime que lo tienes en mente.
Me gustaría pedirte un favor, que por lo menos respondieras uno que otro comentario que dejamos tus seguidoras, a veces queda la sensación que no nos lees y eso desencanta. Es sólo una sugerencia.
Otra pregunta, para cuándo sacarías el próximo libro?? lo tienes avanzado?? porfis no seas malito y publica pronto.
Quien te sigue desde el inicio,
May
Bueno, no acostumbro responder comentarios por este medio ya que no estoy seguro de que los lean, normalmente respondo a los comentarios por facebook, por inbox o los que caen directamente a mi correo electrónico. Pero ya que me lo pides lo haré, siempre leo los comentarios que me escriben y admito que me ayudan mucho a seguir adelante con la historia, ya que de ésta forma sé que aún hay personas que después de tanto tiempo siguen la historia, o nuevas personas que empiezan a leer. Agradezco infinitamente a todos, ya sean buenos o malos. Es cierto que a veces no respondo ciertas preguntas porque si lo hiciera simplemente arruinaría el efecto sorpresa xD y esto se volvería muy aburrido ¿no creen?
Travis... sí bueno... me divertí mucho asesinándolo, me reí como un desquiciado psicópata jajaja y lo sigo haciendo, sabía que a muchos no les gustaría la idea pero él en realidad estaba muerto desde el primer capítulo :) no es algo que sólo se me ocurrió porque sí, a veces hay que hacer ciertos sacrificios :D... no espero que lo entiendan jajaja.
Para cuando el segundo libro? no tengo idea... sólo tengo la mitad del primer capítulo y antes quisiera arreglar ciertos cabos sueltos del primero, quien sabe... tal vez tenga oportunidad de convertirse en un impreso xD no en realidad no, pero escribiré "Sacrilegio" tengo muchas ideas, habrá muchos personajes nuevos, intrigas, sangre y claro... mi parte favorita ¡Muertes!
Creo que eso es todo.
Saludos y gracias por leer :)
wow!!! me siento alagada en que me respondieras, lo digo en serio.
Primero, entiendo perfectamente que no quieras adelantar nada u opinar sobre las decisiones que has tomado durante tu libro (el asesinato de nuestro querido Travis precisamente), pero si dices que es por un bien mayor, por algo será y ya me tienes más intrigada.
No logro entrar al face, cuando doy clic sólo me tira al mío y nada de tu página, podrías dejar el nombre para buscarlo?? me gustaría seguirte por ahí.
Cuando dices que te divertiste asesinando a Travis, ufff, te imagino con una sonrisa malévola jajaja, qué malo!! Y por lo que veo se vienen más muertes, ojalá tengas en mente a Valerie, que no aparece en tu lista en la encuesta.
Se te olvidó responder cuánto falta para que publiques el final, pero supongo que poquito....
Espero sólo el nombre del face ya??
gracias!
May
Link de Facebook: https://www.facebook.com/suenos.rotos.33?fref=ts
Gracias.
May
Conocer al escritor?
Sabes algo sobre el